Una nueva declaración científica de la Asociación Estadounidense del Corazón publicada en la revista Circulation analiza cómo se adecuan varias dietas (entre ellas, la mediterránea, la paleolítica y la cetogénica) a las directrices para una alimentación cardiosaludable. La cetógenica y la ‘paleo’ no se clasificaron como cardiosaludables.
Mercedes Sotos - dietas cardio
Mercedes Sotos-Prieto
Epidemióloga nutricional en el CIBERESP y el IMDEA Alimentación, investigadora Ramón y Cajal en la Universidad Autónoma de Madrid y profesora adjunta en la Escuela de Salud Pública de Harvard
Este estudio es una declaración científica que ha evaluado y puntuado diez patrones de dieta conocidos en función de criterios consensuados por la evidencia científica que definen dietas cardiosaludables y que fueron publicadas en 2021 por la Asociación Estadounidense del Corazón. Lo que han hecho es hacer un ranking de estas dietas populares en función del cumplimiento de cada uno de estos criterios (por ejemplo: consumir cereales preferentemente integrales en lugar de refinados o usar aceites líquidos de origen vegetal como el aceite de oliva y no aceites tropicales como el de coco o grasas animales como la mantequilla).
Es un estudio que puede tener una gran relevancia, puesto que existe mucha desinformación sobre determinadas dietas de moda que ofrecen beneficios a corto plazo. Conocer que, por ejemplo, entre los cuatro patrones de dieta mejor valorados está la dieta mediterránea, afianza los conocimientos previos y la robusta evidencia científica sobre los beneficios cardiosaludables que posee. Otros patrones son la dieta DASH (desarrollada con el fin principal de bajar la tensión arterial), o las vegetarianas (tanto aquellas en las que se consume solo pescado como las que incluyen huevos y productos lácteos). Así cada uno puede elegir lo que más se adecue a sus preferencias alimentarias, culturales o monetarias, a la vez que comparten características comunes (consumo de frutas y verduras, legumbres, frutos secos o aceites vegetales). Hay que mencionar que estos cuatro patrones, al tener una ingesta reducida de carne, tienen menos impacto medioambiental y son más sostenibles que, por ejemplo, la dieta cetogénica.
Este estudio es también de gran relevancia porque evalúa ciertos patrones de dieta populares en las que, en ocasiones, el objetivo fundamental es la pérdida de peso a corto plazo; y demuestra que, con los indicadores presentados, no cumplen los criterios para ser considerados patrones de dieta cardiosaludables. Tal es el caso de la dieta cetogénica o la dieta Atkins, que son dietas populares bajas en carbohidratos y limitan el consumo de alimentos que ya sabemos que son beneficiosos para la salud, como las frutas, las legumbres o los cereales integrales. Creo que difundir esta información a la población es importante ya que, como he comentado, existe desinformación y mucha gente se deja llevar por estas dietas que son imposibles de sostener a largo plazo.
Uno de los puntos a destacar que señala este estudio es la oportunidad de intervenir en la igualdad en salud, ya que reconoce la importancia de los determinantes sociales de la salud en el consumo de patrones de dieta saludables. Por ejemplo, las relaciones sociales y el apoyo social, la familia, las tradiciones, etc., influyen de manera importante en la forma de comer y es importante tener programas que apoyen esto.
Este estudio ha evaluado diez patrones de dieta conocidos en base a unos criterios y, por tanto, hay otros que no se han podido incluir en esta evaluación, como, por ejemplo, patrones para tratar condiciones gastrointestinales o alergias.
- Informe
- Revisado por pares
D. Gardner et al.
- Informe
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