La ministra de Sanidad, Carolina Darias, respondía ayer en la sesión de control al Gobierno en el Congreso a una pregunta parlamentaria que las mascarillas seguirán siendo obligatorias en el transporte público. Según Darias, la Ponencia de Alertas justifica la medida “por la alta concentración de personas en espacios muy reducidos, sin la ventilación adecuada y en trayectos largos”.
Voro Peiró - mascarilla metro
Salvador Peiró
Epidemiólogo, investigador en el Área de Investigación en Servicios de Salud y Farmacoepidemiología de la Fundación para el fomento de la investigación sanitaria y biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO) y director de Gaceta Sanitaria, revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS)
En el contexto en el que estamos –disminución de la incidencia pese a la ausencia de medidas, incluyendo la ausencia generalizada de mascarilla; sistema sanitario relativamente tranquilo; la mayor parte de la población con inmunidad híbrida y relativamente reciente por la ola de BA.5 de este verano; no parecen vislumbrarse, por el momento, nuevas variantes capaces de desplazar a BA.5– la mascarilla en el transporte público debe aportar muy poco en términos poblacionales.
Aún hay suficiente transmisión para mantener la recomendación de uso (no obligación) en cualquier espacio cerrado con aglomeración de personas, sobre todo pensando en mayores y vulnerables y, en el mismo sentido, en centros sanitarios.
En todo caso, se echa de menos hacer más hincapié en mantener la ventilación cruzada, un aspecto que puede ser conflictivo con las estrategias de ahorro energético y que probablemente, con la vuelta a colegios y trabajo, tenga más importancia que la mascarilla en el transporte.
Pedro Gullón - mascarillas metro
Pedro Gullón
Epidemiólogo social y médico especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Alcalá
Es poco probable que la obligatoriedad de llevar mascarilla en el transporte público tenga algún efecto grande sobre la transmisión de la covid-19 actualmente, cuando es el único lugar en el que es obligatoria. Es poco coherente que, con toda la actividad recuperada y actividades con posibilidad de ser eventos supercontagiadores realizándose todas las semanas, se mantenga en el transporte público. Además, su uso está disminuyendo bastante y cuando la población no acepta una medida puede terminar cayéndose por sí misma.
Por otro lado, me preocupa enormemente que un gobierno que se preocupa por la salud pública no ponga en el eje central de sus políticas el cambio climático y una transición del transporte hacia opciones más saludables. Para ello se debe invertir en que más gente utilice el transporte público y no colocarlo públicamente como un lugar de riesgo, cuando los datos dicen que, en comparación con otros lugares, el transporte público no es el lugar de mayor propagación.
Ignacio Rosell - mascarillas metro
Ignacio Rosell
Médico especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valladolid
- Hay que recordar que el transporte público no es optativo para muchas personas, como lo puede ser entrar a un bar o a un lugar de ocio, sino que es un servicio público que muchas personas vulnerables también se ven obligadas a usar en sus desplazamientos.
- El hecho de que en el momento actual pueda considerarse razonable levantar esta medida no implica en absoluto que no pudiera contemplarse su reintroducción, quizás en un plazo breve, dada la cronología de olas precedentes. Ojalá no sea necesario, pero no es descartable.
- No es una medida exclusiva de España. Otros países de nuestro entorno todavía mantienen en vigor la obligatoriedad de mascarillas en transporte público, con independencia de su mayor o menor cumplimiento.
- Y en este sentido, el tema del incumplimiento me parece un aspecto muy relevante: resultaría muy desaconsejable que la desafección ante esta medida, que es percibida como poco justificable por un sector creciente de la población, acabe conduciendo a un incumplimiento mayoritario. Esta situación puede generar un peligroso precedente de cara a futuras medidas cuya aplicación pudiera ser más relevante, frente a esta pandemia o futuras pandemias. En salud pública también hay que valorar estos impactos sociológicos.
- Finalmente: ojalá una buena campaña de concienciación para que las personas con síntomas que necesitan usar el transporte público se acostumbren al uso de la mascarilla y que esto sea visto con normalidad, como sucede desde hace años en algunos países. Y también el respecto a la libre decisión de portar mascarilla por parte de quien desee hacerlo.
Mi conclusión es que, en el momento actual de baja incidencia registrada de covid-19 y escasa presión sobre el sistema sanitario, parecería razonable levantar la medida de obligatoriedad de mascarilla en el transporte público.
Pero me parece importante matizar esta opción con los puntos anteriores, que sugiero releer. Todos ellos.
Rafa Cofiño - mascarillas metro
Rafael Cofiño
Profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública
Las medidas han de ser siempre proporcionales a la situación de riesgo. Hay que explicar muy bien a la población por qué se mantienen mascarillas solamente en ciertos interiores y no en otros. Para ayudar a que se cumplan las medidas han de ser entendidas por la población.
También hay que ser un poco rigurosos con lo de "que aconsejen los expertos". Muchas de las medidas han sido políticas, con mayor o menor aval de recomendaciones técnicas, pero políticas. No hay que tener miedo a decir eso y no abusar del latiguillo de "los expertos" para eximir la toma de decisiones. Estas, en el fondo, han de tener un componente científico y de evidencia muy alto.
Lo más importante: más que medidas individuales de protección (mascarillas), me preocupa la escasa o ausente regulación de medidas de entornos de protección (ventilación). No niego con esto la necesidad del uso de mascarillas en determinadas situaciones, pero me parece increíble que no hayamos avanzado casi nada en la regulación de espacios que protejan. Seguimos descargando en la responsabilidad individual en vez de buscar normativa o regulación de espacios y entornos saludables.