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2022, un año de temperaturas récord en España

Desde que hay registros, el año que estamos a punto de terminar se ha convertido en el más cálido de España. A eso se suma una sequía meteorológica grave y los numerosos y potentes incendios forestales que registramos en verano. La adaptación de nuestra sociedad a estos eventos extremos como consecuencia del cambio climático debería ser una tarea de máxima prioridad.  

montaña

El Vall d’Arán, en Lleida, con muy poca nieve a finales de diciembre. Fotografía de Alejandro Palmero publicada por Vàlencia Weather. 

 

 

El año 2022 que ahora termina ha sido absolutamente excepcional en España por las altas temperaturas alcanzadas durante el verano que, además, han contribuido a que la media anual de 2022 le sitúe como el más cálido de toda la serie de España desde, al menos, 1961, fecha que se utiliza en AEMET como inicio de registros fiables con una red de cobertura amplia y uniforme sobre todo el territorio nacional.  

Solamente el verano meteorológico (junio, julio y agosto) alcanzó una temperatura media que fue 2,2 ºC superior al promedio normal. Se registraron tres olas de calor durante el verano. La primera de ellas, a mediados de junio, fue la segunda más temprana desde que hay registros. La segunda ola, en julio, fue extraordinaria en cuanto a duración y extensión, siendo la más intensa desde que hay registros. La tercera ola de calor, en la primera mitad de agosto fue excepcionalmente larga. En total, España estuvo bajo situación de ola de calor durante 42 días, es decir, prácticamente la mitad del verano, superando con creces el anterior récord de 29 días.  

Solamente el verano meteorológico alcanzó una temperatura media que fue 2,2 ºC superior al promedio normal

Los extremos meteorológicos y climáticos en España —y en una parte importante de Europa— no solamente han estado referidos en 2022 a las temperaturas; también nos hemos visto afectados por una sequía meteorológica que ha afectado a la mayor parte del territorio y que solo en parte se ha paliado con las últimas precipitaciones generalizadas en diciembre. Las altas temperaturas y la escasez de precipitaciones han propiciado también un verano récord en cuanto a incendios forestales tanto por la extensión abarcada como por la intensidad de muchos de ellos. 

Además, hay que tener en cuenta que aunque el año 2022 ha sido un año fundamentalmente modulado por la fase negativa de El Niño (denominado La Niña) que propicia valores de la temperatura media global inferiores a los normales de referencia, el importante forzamiento causado por la creciente concentración de CO2 y de otros gases de efecto invernadero han sido capaces de compensar el efecto de la fase negativa de este patrón de variabilidad de la atmósfera y el océano.  

Adaptarnos al cambio climático, máxima prioridad 

La mayor frecuencia, intensidad y extensión espacial de los fenómenos extremos meteorológicos y climáticos es una de las consecuencias más inmediatas —y perceptibles por la población— del cambio climático de origen antropogénico en el que estamos inmersos. En la medida en la que no seamos capaces a nivel global de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero —procedentes principalmente del uso generalizado de combustibles fósiles—, asistiremos entre otros efectos a una mayor ocurrencia de estos fenómenos extremos.  

Las olas de calor y otros fenómenos extremos son, por definición, eventos poco frecuentes que pueden ser debidos bien a la variabilidad natural del clima o bien, al cambio climático, siendo el cambio climático un potenciador de los fenómenos extremos. A su vez, estos eventos climáticos extremos tienen impactos negativos en los ecosistemas y en diversos sectores socioeconómicos como, por ejemplo, la salud humana, la agricultura, los recursos hídricos, etc. En consecuencia, la adaptación de nuestra sociedad y sus estructuras a estos eventos extremos debería ser una tarea de máxima prioridad.  

Los eventos extremos que hoy son poco frecuentes podrían pasar a ser el clima normal en un futuro no muy lejano

Pensemos que los eventos extremos que hoy son poco frecuentes podrían pasar —si no se controlan las causas del cambio climático— a ser el clima normal en un futuro no muy lejano. Una ola de calor que causa serias disrupciones de forma puntual en nuestra forma de vida, incluidos el creciente número de fallecimientos que tienen como causa directa las temperaturas anormalmente altas, podría pasar de ser un evento raro y, por lo tanto, noticiable a ser un evento completamente normal con el que tendríamos que convivir de forma habitual. 

En definitiva, los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, de los que las olas de calor son solo un ejemplo, hay que contemplarlos como heraldos del clima que viene a no ser que se tomen medidas decididas, continuadas y radicales para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a nuestro actual modo de vida basado en el consumo generalizado de combustibles fósiles.  

Esperemos que las pasadas olas de calor, los incendios forestales que han asolado una parte significativa de nuestro territorio y otros fenómenos extremos asociados al cambio climático, a pesar de sus muy negativos efectos, sirvan al menos para concienciarnos de la urgente necesidad de abordar el problema desde la raíz, limitando las emisiones globales de gases de efecto invernadero, a la vez que se prepara la sociedad, adaptándonos al cambio climático ya comprometido por las emisiones pasadas. 

Ernesto Rodríguez Camino es Meteorólogo Superior del Estado y miembro de la Asociación Meteorológica Española.
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