La cultura del calor en España: 20 años de planes de prevención ante altas temperaturas

Agosto de 2003 fue el mes de la canícula que mató a 70.000 personas en Europa. En Francia, con 14.800 muertos, el ministro de Sanidad dimitió y en España, con 6.500, se puso en marcha el primer plan de prevención ante altas temperaturas, que entró en vigor en 2004. Dos décadas después, campañas y medidas preventivas en servicios sociales, residencias y hospitales han generado la denominada “cultura de calor” y, aunque las temperaturas siguen subiendo como consecuencia del cambio climático, la adaptación está limitando su impacto.

05/08/2024 - 07:45 CEST
 
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Varias personas guardan cola en una fuente de agua fría en la segunda ola de calor de este verano. EFE/Ana Escobar.

En los primeros días de agosto de 2003 tuvo lugar una ola de calor en Europa con temperaturas muy superiores a las consideradas como normales en el intervalo 1961-1990, que era el periodo de referencia meteorológico en ese año. En concreto en España, Portugal y sur de Francia esas temperaturas estuvieron entre 7,5 ºC y 12,5 ºC por encima de la media. Las altas temperaturas tuvieron su rápido reflejo en un exceso de mortalidad estimado en 6.500 muertes en España, 14.800 en Francia y cerca de 70.000 en toda Europa, especialmente en mayores de 65 años.

La canícula de 2003 lo cambió todo

Este exceso de muertes y la falta de medidas de prevención tuvieron repercusiones políticas inmediatas. En algunos países como Francia llevó a la dimisión inmediata del director de Sanidad francés. En otros países como España supuso la reunión de la ministra de Sanidad Ana Pastor con los dos grupos de expertos que en aquellos momentos trabajábamos sobre los impactos de las olas de calor en salud. El encargo fue claro: la puesta en marcha de un Plan de Prevención ante altas temperaturas que entrase en vigor en el verano de 2004.

Los escasos estudios existentes en España y Portugal sobre los impactos de las olas de calor en la mortalidad en las ciudades de Lisboa, Sevilla y Madrid parecían indicar que las temperaturas máximas diarias a partir de las cuáles aumentaban la mortalidad se situaban en los 34 ºC en Lisboa, 41 ºC en Sevilla y 36 ºC en Madrid. Dichas temperaturas coincidían aproximadamente con el percentil 95 (P95) de las series de temperaturas máximas diaria de los meses de verano (junio-septiembre) de esas ciudades. Y ese fue el criterio que se adoptó para la puesta en marcha del primer Plan de Prevención ante altas temperaturas en el año 2004. Se definía ola de calor y se activaba el Plan ante Altas Temperaturas cuando la temperatura máxima diaria superase el percentil 95 de la serie de temperaturas máxima diaria de los meses de junio a septiembre, añadiéndose por parte del Ministerio de Sanidad que también debería superarse de forma simultánea el percentil 95 de las series de temperaturas mínimas diarias. Es decir, se trataba de umbrales de definición de ola de calor meramente climatológicos.

La ministra de Sanidad Ana Pastor se reunió con los dos grupos de expertos que trabajábamos sobre los impactos de las olas de calor en salud. El encargo fue claro: la puesta en marcha de un Plan de Prevención ante altas temperaturas que entrase en vigor en el verano de 2004

A partir de ese año, diversas investigaciones realizadas en España, en concreto en Castilla–La Mancha, y que dieron lugar a numerosas publicaciones internacionales y a dos tesis doctorales, pusieron de manifiesto que basar la definición de ola de calor en salud a partir de valores climatológicos exclusivamente no era acertado, ya que existen factores locales tales como la pirámide de población, el nivel de renta, el carácter rural o urbano, el sistema sanitario, las infraestructuras, etc., que inciden de forma clara en la temperatura a partir de la cual comienza a aumentar la mortalidad por calor.

Campaña contra los efectos del calor del ministerio de Sanidad en 2007.

Evitar muertes por calor sin dar alertas innecesarias

En algunos casos, estas temperaturas de definición de ola de calor, determinadas como aquellas temperaturas máximas diarias a partir de las cuáles aumenta la mortalidad de forma estadísticamente significativa, correspondían a percentiles por debajo del 95 y, en otros lugares, por encima. En el primer caso supone que, si se asume este percentil 95 como el de definición de ola de calor cuando en realidad es inferior, no se estarían dando avisos cuando se deberían dar y, por tanto, no se estarían evitando posibles muertes asociadas a altas temperaturas. Por otro lado, si el percentil al que corresponde la definición de ola de calor es superior al 95 y se asume este P95 como criterio de definición de ola de calor, se darían alertas cuando en realidad no son necesarias. Por eso la necesidad de determinar para cada lugar cuál es la temperatura de definición de ola de calor, tanto para evitar muertes como para mejorar la gestión.

Con este objetivo, en el año 2015 se determinan por parte del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), a nivel provincial y para toda España, cuáles son las temperaturas de definición de ola de calor y cuáles son sus impactos en salud asociados en el periodo 2000-2009. Esto permite tener una primera estimación de cuál es la mortalidad asociada a las olas de calor en España, valor que se encuentra en torno a unas 1.300 muertes/año en el periodo antes citado. El Ministerio de Sanidad asume estos umbrales como los umbrales de definición de ola de calor para su Plan de Prevención ante Altas temperaturas, reemplazando a los valores vigentes desde 2004.

La prevención ante olas de calor debe realizarse en función de la relación temperatura-mortalidad, como en España, y a la menor escala geográfica posible

Por otro lado, la evidencia indica que utilizar temperaturas umbrales de definición de ola de calor a nivel provincial es una aproximación mejorable, ya que en una misma provincia existen diferentes regiones que presentan comportamientos climatológicos diferentes. Por eso la OMS, en relación a los planes de prevención ante olas de calor, establece que estos deben realizarse en función de estudios epidemiológicos basados en la relación temperatura-mortalidad, como el vigente en España, y a la menor escala geográfica posible.

Siguiendo estas premisas, de nuevo el ISCIII ha calculado cuáles son estas temperaturas de definición de ola de calor en 182 regiones con el mismo comportamiento climático en España (zonas isoclimáticas). De esta forma se pasa de trabajar con 52 observatorios meteorológicos que utilizaba el antiguo Plan ante Altas temperaturas a nivel provincial a más de 1.100 observatorios, ya que se utilizan los valores medios de las temperaturas máximas diarias registradas en todos los observatorios de cada zona isoclimática y la mortalidad diaria de todos los municipios que forman parte de esa zona. Estas temperaturas así calculadas son la base del Plan ante Altas Temperaturas de este año 2024.

En el 52,5 % de los lugares estas temperaturas corresponden a percentiles por debajo del P95 meteorológico y coinciden con este P95 en el 30,7 % de los casos.

La cultura del calor reduce las muertes

Aunque es evidente que la España de 2004 a nivel del sistema sanitario, de infraestructuras, nivel de renta, urbanismo, calidad de la vivienda y mejoras sociales entre otros aspectos, poco tiene que ver con la España actual, también hay que tener claro que el impacto en la mortalidad de las olas de calor ha disminuido de forma drástica. Desde 2004 y con la puesta en marcha de los Planes de prevención, ha trascendido a la población que el calor puede matar a las personas más vulnerables. Las múltiples campañas realizadas sobre el impacto que las altas temperaturas tienen en la salud, así como la activación de numerosas medias preventivas en servicios sociales, residencias y hospitales, han generado la denominada “cultura de calor”. Este término fue acuñado en Estados Unidos por Jennifer Bobb en 2014 en relación con la adaptación al calor que se ha producido en ese país.

Si antes de 2004 por cada grado en que se superaba la temperatura de definición de ola de calor la mortalidad de media en España aumentaba un 14 %, después de 2004 apenas supera el 2 %

Pero no solo esta adaptación al calor se ha producido en Estados Unidos, también en España se ha notado un drástico descenso del impacto del calor en la mortalidad antes y después del año 2004. Si antes de este año por cada grado en que se superaba la temperatura de definición de ola de calor la mortalidad de media en España aumentaba un 14 %, después de 2004 apenas supera el 2 %. Esto ha sido especialmente evidente en el grupo de mayores de 65 años.

Por tanto, parece que, aunque las temperaturas siguen subiendo como consecuencia del cambio climático, la adaptación que se está produciendo a estas temperaturas extremas está limitando su impacto. A pesar de ello,, veranos especialmente cálidos como el de 2022 tuvieron una mortalidad atribuible a las olas de calor muy elevada, establecida en más de 4.800 personas según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo). Recordemos que estudios realizados para España indican que, si no hay adaptación, la mortalidad anual atribuible al calor en un escenario desfavorable de emisiones en el horizonte 2051-2100 estaría en torno a las 12.000 muertes/año, pero si existe adaptación completa al calor, esta cifra estaría en torno las 1.000 muertes anuales. Parece clara, por tanto, la necesidad de la adaptación a las altas temperaturas, y el Plan de Prevención ha resultado ser una herramienta útil para ello.

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Julio Díaz
Sobre el/la autor/a: Julio Díaz

Codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III y coordinador científico del Observatorio en Salud y Cambio Climático

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Cristina Linares
Sobre el/la autor/a: Cristina Linares

Codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III y coordinadora científica del Observatorio en Salud y Cambio Climático

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