Los cigarrillos electrónicos han irrumpido con fuerza en nuestra sociedad en los últimos años, apoyados por una campaña de marketing muy potente. Desde la perspectiva de la comunidad científica se ha creado cierta división entre los que temen que la divulgación de su uso pueda suponer un riesgo para la salud pública y un retroceso en la desnormalización del tabaquismo, y aquellos que piensan que los cigarrillos electrónicos pueden tener un papel como estrategia de reducción de daños por tabaco. En cualquier caso, es incuestionable que los cigarrillos electrónicos no son inocuos y contienen diferentes sustancias potencialmente tóxicas, algunas comunes al cigarrillo convencional (aunque la concentración sea menor), y otras propias.  

Una de las barreras a las que se enfrenta la investigación es la enorme variedad de aerosoles disponibles en el mercado para su consumo en forma de cigarrillos electrónicos, con o sin nicotina, con o sin determinados aditivos, etc. Generar evidencia en torno a la toxicidad de los cigarrillos electrónicos es esencial para evitar que ocurra lo que ya ocurrió con el tabaco convencional.  

En el presente estudio los autores realizan un modelo experimental en ratones para evaluar el efecto de diferentes aerosoles sobre las propiedades electrofisiológicas de la célula miocárdica, corroborando evidencias previas que atribuían a estos aerosoles un potencial efecto sobre la regulación autonómica y evidenciando efectos proarrítmicos con capacidad de inducir arritmias ventriculares, que son potencialmente malignas. Aunque los modelos animales no garantizan una traslación exacta a humanos, son generadores de hipótesis y deben ser tenidos en cuenta a la hora de generar cautela sobre la potencial toxicidad cardiaca de estos productos tan popularizados. Por ello, es también importante que los resultados sean divulgados para su conocimiento por parte de la comunidad científica, las autoridades sanitarias y los potenciales usuarios de estos productos.