Universidad de Cádiz
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Profesora contratada en la Universidad de Cádiz, investigadora en el Instituto de Investigación Marina (INMAR) y de la Scientists Coalition for an Effective Plastics Treaty presente en Busán (Corea del Sur)
Director de la Unidad de Gestión Clínica de Neumología y Alergia del Hospital de Jerez y profesor en la Universidad de Cádiz
Profesora Titular del departamento de Biología-IVAGRO de la Universidad de Cádiz
De madrugada en Busán (Corea del Sur), ha concluido sin tratado el quinto período de sesiones del Comité Intergubernamental de Negociación de las Naciones Unidas para elaborar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación por plásticos (INC-5). Los más de 100 países que han participado en la que debía ser la última ronda de negociaciones se han emplazado a seguir negociando, informa Reuters.
El benralizumab es un anticuerpo monoclonal que se usa en el tratamiento de mantenimiento para el asma grave. Ahora, un ensayo clínico en fase 2 ha probado su uso en ataques de asma o exacerbaciones de la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) en 158 pacientes. Los resultados, que se publican en la revista The Lancet Respiratory Medicine, indican que fue más eficaz que el tratamiento habitual basado en corticoides y que más pacientes respondieron a él. Según los autores, estos datos podrían suponer “un cambio en las reglas del juego” en el tratamiento de este tipo de ataques.
Si no cambian las prácticas y políticas públicas, la masa de basura plástica mal gestionada en el mundo se duplicará hasta llegar a 121 millones de toneladas por año en 2050, según estima un estudio publicado en Science. El artículo también evalúa el impacto potencial de medidas a nivel global, como las contempladas por el futuro tratado global de las Naciones Unidas sobre la contaminación plástica, que inicia su última sesión de negociaciones a finales de este mes.
Cada año se vierten más de 52 millones de toneladas de basura plástica en el mundo, según estima un estudio publicado en Nature que hace un inventario de la contaminación plástica en 50.702 ciudades del planeta. Concluye que la basura tirada directamente en el ambiente [littering] es la mayor fuente de emisiones plásticas en el norte del planeta, y la basura no recogida es la mayor fuente en el sur.
Un equipo de investigadores chinos ha diseñado un tratamiento contra el asma basado en células CAR-T. Una única inyección de estas células, modificadas para atacar a los propios eosinófilos ―un tipo de glóbulo blanco que se activa con ciertas infecciones y alergias―, logró una remisión de los signos y síntomas de la enfermedad durante al menos un año en ratones. Según los autores, la técnica deberá ser probada en ensayos clínicos en humanos, pero podría ser útil para tratar tanto el asma como otros tipos de alergias. Los resultados se publican en la revista Nature Immunology.
Un equipo internacional de investigadores, con participación española, ha propuesto en la revista Science un nuevo mecanismo para explicar de forma más completa los ataques de asma. Según su hipótesis, las fuerzas mecánicas que se producen durante estos episodios provocan que las células se acumulen en exceso, lo que da lugar a un proceso de eliminación llamado “extrusión celular”. Como consecuencia el tejido se daña, pierde su función de barrera y aumenta el riesgo de sucesivos ataques. Los inhibidores de este mecanismo mejoraron el daño y la inflamación en ratones de laboratorio.
La mayoría de los plásticos presentados como compostables requieren condiciones específicas para degradarse que solo se obtienen en contextos industriales, advierte un estudio publicado en la revista PLoS One. El ácido poliláctico —un polímero obtenido por fuentes renovables naturales que se usa como alternativa a los plásticos derivados del petróleo— tarda más de un año en degradarse en un ambiente marino, comparado con 35 días para fibras naturales de celulosa, según el análisis, que combina observaciones en aguas de las costas de California (Estados Unidos) con mediciones en laboratorio.
Pasado el plazo marcado y después de dos noches maratonianas de reuniones, las delegaciones de los Estados miembros de la ONU han conseguido llegar a un acuerdo para que el conocido como Tratado de los Océanos –o Tratado BBNJ, Biodiversity Beyond National Jurisdiction– sea una realidad. La ciudad de Nueva York ha visto cómo el quinto período de sesiones de esta conferencia daba sus frutos con un acuerdo en cuanto a la formulación del texto, diecisiete años después de que empezaran las conversaciones y con el frenazo de las negociaciones el pasado mes de agosto ante la falta de acuerdo. El Tratado persigue proteger y regular el uso de las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales, que representan más del 60 % de los océanos, lo que equivale a casi la mitad del planeta. Los recursos genéticos marinos y cómo repartir esos beneficios han sido uno de los principales escollos.
Un estudio publicado en la revista Science analiza los posibles beneficios climáticos de la forestación –tanto plantar árboles para crear nuevos bosques como reforestar antiguos– de las tierras áridas del planeta. Los autores demuestran que el efecto de enfriamiento de la forestación de esta vasta zona solo equivaldría a una disminución de aproximadamente el 1 % de las emisiones de gases de efecto invernadero previstas en los escenarios climáticos de emisiones medias y sin cambios.