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Reacciones: el Tratado de los Océanos sale adelante tras más de quince años de negociaciones

Pasado el plazo marcado y después de dos noches maratonianas de reuniones, las delegaciones de los Estados miembros de la ONU han conseguido llegar a un acuerdo para que el conocido como Tratado de los Océanos –o Tratado BBNJ, Biodiversity Beyond National Jurisdiction– sea una realidad. La ciudad de Nueva York ha visto cómo el quinto período de sesiones de esta conferencia daba sus frutos con un acuerdo en cuanto a la formulación del texto, diecisiete años después de que empezaran las conversaciones y con el frenazo de las negociaciones el pasado mes de agosto ante la falta de acuerdo. El Tratado persigue proteger y regular el uso de las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales, que representan más del 60 % de los océanos, lo que equivale a casi la mitad del planeta. Los recursos genéticos marinos y cómo repartir esos beneficios han sido uno de los principales escollos. 

05/03/2023 - 05:25 CET
 
rena lee

La presidenta de la conferencia, Rena Lee, anunciando el acuerdo. Autor: David Cooper.

Reacciones

Carlos García - tratado océanos

Carlos García-Soto

Investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), presidente del Centro Europeo para la Información en Ciencia y Tecnología Marina (EurOcean) y ha sido coordinador del Informe Oceánico Mundial (2021-2022, Naciones Unidas)

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Este es un acuerdo histórico que nace tras 17 largos años de discusiones de los Estados en Naciones Unidas. Este tratado nos permitirá poner en marcha áreas marinas protegidas en las aguas internacionales y proteger así la biodiversidad marina, cumpliendo el llamado objetivo 30x30 (la protección del 30% del océano para el año 2030), el mínimo necesario para revertir la dramática pérdida de biodiversidad marina.   

El tratado nos posibilitará realizar evaluaciones de impacto ambiental en las regiones más allá de la jurisdicción internacional, que representan dos terceras partes de todo el océano. El transporte marítimo representa por ejemplo el 90 % por volumen del comercio mundial.  El tratado nos permitirá también organizar la explotación de los recursos genéticos marinos de tal manera que los beneficios lleguen a todos los países, que son colectivamente sus propietarios morales.  

Y, finalmente, este acuerdo internacional nos permitirá cumplir la eterna promesa de fortalecer las capacidades de los países en desarrollo, incluida la transferencia de tecnología marina desde los países más desarrollados. Esta transferencia les permitirá, por ejemplo, hacer su propia investigación sobre recursos genéticos marinos y sus propias evaluaciones de impacto ambiental.  

Han sido 17 años largos y el tratado es mejorable, pero citando a Noam Chomsky, cuando las opciones son abandonar la esperanza, asegurando que sucederá lo peor, o aprovechar las oportunidades que existen y contribuir a un mundo mejor, la elección no es muy difícil.  Hoy hemos visto la mejor cara de las Naciones Unidas.  

No declara conflicto de interés
ES

Guillermo Ortuño - tratado océanos

Guillermo Ortuño Crespo

Codirector del Grupo de Especialistas en Alta Mar de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)

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A las 9:40 pm, hora local de Nueva York, y tras más de 24 horas de negociaciones adicionales, la presidencia del Tratado BBNJ convocó a todos los participantes para anunciar el final de las negociaciones ya que las partes habían alcanzado un acuerdo sobre el texto del nuevo tratado.  

Aunque aún no se ha publicado el texto final, todos los borradores anteriores apuntan a un tratado donde el consenso se impuso a la perfección. A pesar de que está lejos del tratado que muchos miembros de la comunidad científica y la sociedad civil hubiesen deseado y del que se merece la biodiversidad del planeta, el nuevo texto da un paso en la dirección correcta de cara a la conservación y uso sostenible de la naturaleza en nada más ni menos que el 46 % de la superficie terrestre.  

El tratado, que se divide en cuatro secciones principales, crea, por primera vez, mecanismos para la creación de áreas marinas protegidas en aguas internacionales. Una vez firmado el texto, dará comienzo el complicado proceso de ratificación e implementación que tendrá en frente, entre otras, a las flotas industriales de varios países incluyendo la española, que han disfrutado de varias décadas sin límites impacto ambiental en aguas internacionales. La sección del tratado causante de mucha de la demora tiene que ver con la redistribución de beneficios del patrimonio genético internacional del cual unos cuantos países o compañías se han visto beneficiados hasta ahora; al pertenecernos a todos, cualquier derivado de este material genético de las especies en alta mar nos pertenece a todos y en esos términos se han desarrollado las negociaciones más feroces de este proceso. Otras cuestiones relacionadas con la soberanía nacional y las modalidades de votación también fueron puntos debatidos hasta el final.  

Después de este principio de acuerdo el trabajo continúa, ya que el texto debe ser pulido y traducido a los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas; la presidenta Rena Lee dejó claro que en este proceso no se vería alterado el contenido del texto. Las partes se volverán a reunir en fechas futuras para la ratificación del tratado.  

Declara no tener conflicto de interés
ES

Carlos Duarte - tratado océanos

Carlos M. Duarte

Director Ejecutivo de la Plataforma Mundial de Aceleración de la I+D en Arrecifes Coralinos y titular de la cátedra de investigación Tarek Ahmed Juffali en ecología del Mar Rojo en la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología (KAUST) de Arabia Saudí

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El tratado alcanzado se centra en la protección del 30 % de las aguas internacionales del océano, lo que permitirá implementar la resolución del COP15 de la Convención de diversidad biológica de diciembre de 2022 en ese sentido. Además, el tratado incluye provisiones para que cualquier uso de los recursos del subsuelo marino sea sometido a un estudio de impacto ambiental previo, lo que no es una moratoria sobre la actividad de minería del fondo marino como algunos, yo incluido, deseábamos, pero al menos no deja este ecosistema completamente desprotegido como hasta ahora.  

En donde parece que el acuerdo es aún más vago, a falta de leer el texto, es en la distribución de los beneficios económicos derivados de los recursos genéticos del océano, en el que el tratado parece contener vaguerías, como que se explotará con criterios de equidad, sin articular un mecanismo para conseguirlo. Hace una década publicamos investigación que mostraba que 10 naciones se apropiaban del 97 % de los recursos genéticos del océano, de donde una empresa, BASF, era propietaria del 70 % de las patentes. En nuestro trabajo ya apuntábamos a un mecanismo para compartir recursos, que tiene que ver más con compartir y construir capacidad que con compensaciones monetarias. Esto tendrá que esperar, quizás una década más. En resumen, un paso adelante aunque no con el impulso necesario. 

No declara conflicto de interés
ES

Ángel Borja - tratado océanos

Ángel Borja

Investigador principal en el área de Gestión Ambiental de Mares y Costas de AZTI y editor jefe de la revista Frontiers in Ocean Sustainability

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Pocas veces se puede decir que un tratado internacional es histórico, pero en este caso es verdad. Tras muchos años de discusión, se ha aprobado el tratado de conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina fuera de las áreas bajo jurisdicción nacional. Para hacernos una idea de su importancia, baste decir que estas áreas ocupan el 40 % de la superficie del planeta y el 64 % del océano. Hasta ahora, estas áreas no estaban sujetas a ninguna regulación, por lo que cualquier país podía hacer lo que quisiera. Al menos ahora hay una serie de aspectos que se regulan, como:  

  • Los recursos genéticos marinos, que cada vez tienen una mayor importancia respecto a avances en medicina, alimentación, etc.  
  • La gestión y protección de áreas marinas, necesarias para alcanzar el objetivo de protección del 30 % del océano y contribuir a conservar la biodiversidad y detener su pérdida, así como a luchar contra el cambio climático.  
  • La realización de evaluaciones de impacto ambiental, necesarias para multitud de actividades crecientes, como la instalación de energías renovables, explotaciones mineras o instalación de cables submarinos.  
  • La creación y transferencia de tecnologías marinas, promoviendo la cooperación entre países para llegar a conocer nuestros mares como conocemos, por ejemplo, la Luna.   

Es cierto que aún hay aspectos mejorables –por ejemplo, no se contempla la pesca en el tratado, no está claro cómo se podrá hacer cumplir algunas resoluciones, etc.–, pero es un buen punto de partida para poder alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible para 2030.

Declara no tener conflicto de interés
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Carmen Morales - tratado océanos

Carmen Morales

Investigadora de excelencia del área de Ecología del Instituto Universitario de Investigación Marina de la Universidad de Cádiz

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Este acuerdo es un gran paso hacia otros que debieran pisar con más fuerza. La degradación del hábitat, la explotación insostenible de los recursos, la contaminación, las especies invasoras y la emergencia climática amenazan la diversidad de la vida en el océano y con ella, los servicios que nos presta. Hoy en día nos enfrentamos a desafíos globales que amenazan la salud de los ecosistemas marinos, la biodiversidad y, por tanto, nuestro propio bienestar. Muchos de estos retos deben ser tratados desde varios ángulos. El océano no tiene puertas, no tiene fronteras. Si se crean áreas marinas protegidas, pero no se reducen las presiones antropogénicas en áreas adyacentes, el impacto llegará. Y llegará, y el ser humano olvidará, porque el ser humano transforma el mundo y, con el tiempo, perdemos un conocimiento importante sobre el estado del mundo natural. 

Además de las áreas protegidas, el acuerdo también presta especial atención al desafío del acceso a recursos genéticos y distribución de beneficios, estableciendo un mecanismo de acceso y participación para una participación justa y equitativa. Será clave la conformación de un grupo de personas con la capacidad de llevar a cabo este mecanismo de la forma más eficaz y comprometida, sin dar cabida a conflictos de interés.  

También reciben especial atención los mecanismos para la realización de evaluaciones ambientales con el fin de realizar un uso sostenible de los recursos de las áreas fuera de la jurisdicción nacional, clave para el presente y futuro cercano. Otro de los elementos principales es la creación de capacidad y transferencia de tecnología marina; será importante definir los mecanismos concretos para una puesta en marcha eficiente. Asimismo, habrá que definir cómo la Secretaría UNCLOS va a conectar de forma eficaz con otros organismos afines (por ejemplo, IOC-UNESCO, IMO, UNEP, entre otros) que por la naturaleza de sus misiones pueden aportar mucho en los diferentes procesos, y no dejarlo en una “posible cooperación”.  

El acuerdo reconoce el “deseo” de proteger el medio marino y garantizar su uso responsable manteniendo la integridad de los ecosistemas. Sería conveniente que, más que un deseo, fuera un compromiso.  

Declara no tener conflicto de interés
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Nuria Navarro - tratado océanos

Nuria Navarro Andrés

Profesora Titular y coordinadora del Grupo de Investigación en Zonas Costeras y Marinas (ZOCOMAR) del departamento de Biología y Geología, Física y Química Inorgánica de la Universidad Rey Juan Carlos

Science Media Centre España

El Tratado de los Océanos o Tratado BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction) comenzó a discutirse en Naciones Unidas en 2006, para garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales. Tras un proceso de más de 16 años de negociaciones sin conseguir un acuerdo, parece que hoy, por fin, se ha conseguido pactar el tratado. 

Los océanos producen más de la mitad del oxígeno que respiramos, absorben gran parte del CO2 producido por la actividad humana (limitando así el calentamiento global), alimentan a gran parte de la humanidad y albergan la mayor parte de la biodiversidad del planeta. A pesar de ello, los océanos están muy amenazados por el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de sus recursos, y menos del 3 % están protegidos. 

Este tratado para las aguas internacionales plantea crear una red mundial de Áreas Marinas Protegidas que cubran el 30 % del océano global para el año 2030 (objetivo 30x30) y que sean representativas de los principales ecosistemas. Esto permitiría proteger hábitats y especies, revertir la pérdida de biodiversidad y mantener los servicios ecosistémicos. 

El principal escollo para alcanzar un consenso, tanto ahora como en pasadas ocasiones, han sido los recursos genéticos marinos, debido a como distribuir de forma justa y equitativa los beneficios futuros de su comercialización entre todos los Estados. A falta de leer el texto definitivo, parece que el acuerdo es algo ambiguo a este respecto, y todavía no se conocen los mecanismos propuestos para conseguirlo. 

Aun cuando el tratado es mejorable y todavía falta la ratificación por parte de todos los países, no cabe duda de que hoy se ha dado un paso muy importante para proteger a los océanos y garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina. La vida en la Tierra depende del buen estado de los océanos, y debemos dejar ese legado a nuestros hijos e hijas. 

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