Un estudio basado en datos del Mapa Mundial de Justicia Ambiental contabiliza 81 mujeres asesinadas en el mundo por su activismo ambiental, una de ellas en España, 7 en Colombia, 5 en Honduras y 4 en Perú, entre otros países. El estudio, publicado en Nature Sustainability, indica que la violencia hacia las mujeres defensoras se concentra en conflictos alrededor de proyectos mineros, agrícolas e industriales en el Sur Global. La primera autora del estudio es Dalena Tran, investigadora del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals en la Universitat Autònoma de Barcelona.
Protesta en Honduras por el asesinato de Berta Cáceres. / EFE.
Susana Borràs - defensoras ES
Susana Borràs Pentinat
Profesora asociada de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Rovira i Virgili, coordinadora del Máster en Derecho Ambiental e investigadora del Centro de Estudios de Derecho Ambiental de Tarragona (CEDAT)
La criminalización, las violencias y el asesinato de ambientalistas, con la complicidad gubernamental, son hechos cada vez más recurrentes en muchas partes del mundo. Por este motivo, este articulo contribuye a visibilizar la situación de violencias contra las personas defensoras del medio ambiente, pero particularmente de las violencias contra las mujeres defensoras [Women Environmental Defenders, o WED por sus siglas en inglés], que resisten con sus cuerpos y territorios a las violencias extractivistas [el extractivismo se refiere a proyectos que extraen recursos naturales para exportarlos]. Sin embargo, no existen datos desagregados que analicen la violencia de género en los conflictos ambientales. Por ello, este análisis realizado del Mapa Mundial de Justicia Ambiental (EJAtlas) es tan importante, ya que desde 2016 tiene como objetivo documentar los roles en el movimiento de justicia ambiental.
Sin embargo, se apuntan algunas consideraciones relevantes a observar.
En primer lugar, es preciso incluir los relatos de vida más allá de los datos para dignificar sus resistencias. Precisamente, el mismo EJAtlas detalla sus nombres y apellidos e ilustra el papel tan importante que las mujeres han tenido y tienen en los movimientos a favor de la justicia ambiental y en la lucha contra las industrias extractivas y todos aquellos proyectos relacionados con la expansión de la frontera de las commodities [materias primas que se venden y compran].
En segundo lugar, el estudio cuantitativo no es suficiente para comprender las violencias contra la mujer.
Es preciso incorporar la interseccionalidad en el proceso de construcción de vulnerabilidades y fragilidades, que alimentan las violencias extractivistas contra las mujeres defensoras del medio ambiente. El análisis interseccional permite comprender mejor cómo el contexto y las diferencias de las diferentes mujeres y personas (como la raza, la clase, la etnia) y de quienes se encuentran en distintos niveles de exclusión (prostitutas, migrantes, LGTBIQ+, ancianas, jóvenes) determinan y modulan las violencias de género. Esto puede explicar que estas violencias contra WED se hayan reproducido en Europa o incluso en España, con el asesinato de Gladys del Estal, de Donostia (San Sebastián) por parte de la guardia civil cuando participaba pacíficamente un acto antinuclear en 1979. Se tiende a homogenizar el género y las violencias sin cuestionar los diferentes ejes identitarios, que se relacionan con las violencias contra las WED.
Finalmente, es necesario visibilizar a las WED no solo como víctimas, sino también y muy especialmente por su rol de lideresas y poderosas guardianas y cuidadoras de las comunidades, de los territorios y de la Tierra.
Nathalie Butt - defensoras ES
Nathalie Butt
Investigadora en el Centre for Biodiversity and Conservation Science de la Universidad de Queensland (Australia)
El estudio es un análisis sencillo pero contundente de la mayor desigualdad a la que se enfrentan las mujeres como defensoras del medio ambiente. El género también se cruza con el indigenismo, marginando aún más a las mujeres en los conflictos medioambientales. La instantánea presentada por la autora —utilizando solo unos pocos años como datos— es la punta del iceberg.
Sabemos que las mujeres están sistemáticamente excluidas de la toma de decisiones, la propiedad y el control de los recursos naturales en la mayoría de los países, culturas e industrias, por lo que se encuentran en una situación de desventaja desproporcionada en lo que se refiere a la exclusión de los beneficios de las industrias extractivas y sufren de forma desproporcionada los efectos de la violencia.
En muchos lugares, las mujeres son las responsables de proporcionar alimentos y agua a sus familias y, a menudo, dependen de los recursos naturales locales, ya sea directamente o como fuente de ingresos, por lo que son más vulnerables cuando estos recursos dejan de estar disponibles y corren un mayor riesgo en caso de conflicto.
El hecho de que se produzcan índices tan elevados de violencia contra las mujeres incluso en países que se consideran responsables en materia de gobernanza e igualdad de género demuestra la urgente necesidad de una convención mundial sobre los derechos de la mujer de gran visibilidad y prioridad, y que rinda cuentas a escala mundial.
La falta de consideración y de información sobre las muertes de mujeres, sobre su desplazamiento forzado, refleja actitudes globales hacia las mujeres como menos importantes, menos valiosas, simplemente menos... que los hombres. Esto tiene que cambiar.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Humanos
Dalena Tran & Ksenija Hanaček
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Humanos