La basura espacial y los satélites que orbitan cerca de la Tierra han proliferado en los últimos años. Dos artículos en Nature Astronomy alertan de su impacto en la contaminación lumínica. En el primero, un equipo calcula el aumento del brillo del cielo nocturno y alerta sobre el efecto sobre ecosistemas y observaciones astronómicas desde la Tierra. En el segundo, que es un comentario, los autores piden limitar la producción de luz artificial y el número de satélites en órbita, llamando a la comunidad científica a enfrentarse a las grandes empresas espaciales y de iluminación (big space y big light). Ambos artículos están cofirmados por Salvador Bará, de la Agrupación Astronómica Coruñesa, y el segundo, por Fabio Falchi, de la Universidad de Santiago de Compostela.
Recreación de la Órbita Terrestre Baja, situada a menos de 2.000 kilómetros de la superficie de la Tierra, donde hay mayor concentración de desechos orbitales. Crédito: NASA ODPO.
David Galadí - contaminación satélites
David Galadí-Enríquez
Investigador del departamento de Astronomía del Observatorio de Calar Alto. Coordinador del grupo ICOSAEDRO (impacto de las constelaciones de satélites en detectores de radio y ópticos) de la Sociedad Española de Astronomía y miembro de la comisión CB7 de la Unión Astronómica Internacional
Nos encontramos ante dos artículos complementarios, relevantes y novedosos que proponen un cambio de enfoque a la hora de abordar los efectos sobre el medio ambiente de la proliferación de satélites artificiales y de luz artificial nocturna. Un trabajo es de carácter científico, mientras que el otro, publicado como comment (‘comentario’) plantea una visión centrada en consideraciones culturales, políticas y económicas.
El estudio científico ‘Aggregate effects of proliferating low-Earth-orbit objects and implications for astronomical data lost in the noise’ viene firmado por un grupo de especialistas que acumulan una larga experiencia en este tipo de trabajos y cuentan con el máximo prestigio en la comunidad internacional dedicada a estos asuntos. Sus conclusiones son sólidas dentro del margen que permite la información disponible, y amplían en una dirección poco estudiada las conclusiones de estudios anteriores. En particular, aunque no solo, llaman la atención sobre el incremento general de brillo del cielo causado por grandes poblaciones de objetos pequeños en órbita.
Las incertidumbres principales a que se enfrenta este análisis proceden de dos fuentes: del desconocimiento de la evolución futura de los proyectos para colocar en órbita megaconstelaciones de satélites, y del hecho de que los datos sobre fragmentos pequeños de basura espacial no están disponibles para la población civil general.
Aun así, las conclusiones son de la mayor relevancia. El artículo supone un avance científico y argumental considerable en el camino de incluir la contaminación lumínica en el ámbito más general de los problemas ambientales e insiste en que hay que tratar la superficie terrestre, la atmósfera y el espacio cercano como un continuo integral e integrado, digno de protección considerado como un todo.
El comentario ‘A call for scientist to halt the spoiling of the night sky with artificial light and satellites’, aun no siendo de carácter científico-técnico, plantea una serie de reflexiones de corte político, social y económico que no dejarán indiferente a la comunidad científica.
El aspecto más llamativo está en la propuesta de dejar de poner el foco en la mitigación de los impactos a través de la colaboración con las empresas contaminantes (a las que se pide autorregulación) para abordar el problema desde el punto de vista de la normativa impuesta desde arriba. También publican una serie de consideraciones sobre la luz artificial como agente contaminante que llevan el debate desde el ámbito industrial e ingenieril (donde solía estar) hasta el centro del campo de los estudios medioambientales. Su tesis central consiste en que la luz artificial de noche provenga de alumbrado o de satélites, debe tratarse como un contaminante atmosférico más, y que los caminos para su control deben diseñarse desde ese punto de vista, tanto en lo referente a criterios científico-técnicos como en lo que respecta a cuestiones organizativas, políticas, empresariales, económicas y de comunicación.
Olga Zamora - contaminación satélites
Olga Zamora
Astrónoma del Instituto de Astrofísica de Canarias, miembro del grupo ICOSAEDRO de la Sociedad Española de Astronomía, que estudia el impacto de las nuevas megaconstelaciones de satélites artificiales en la observación astronómica
En cuanto al artículo: ‘Aggregate effects of proliferating low-Earth-orbit objects and implications for astronomical data lost in the noise’
“El artículo es de buena calidad y se centra en los efectos que tendría un aumento del fondo de cielo debido a la proliferación de basura espacial y las nuevas megaconstelaciones de satélites. Varios puntos de vista son tenidos en cuenta, desde el importante coste económico para los observatorios al tener que aumentar los tiempos de exposición para llevar a cabo sus programas científicos como a la pérdida cultural para la humanidad de la oscuridad de la noche. El trabajo tiene en cuenta la evidencia existente sobre el ya contaminado cielo nocturno, incluso en los lugares con mejores condiciones para la observación astronómica, a los que habría que añadir una peor expectativa debido al lanzamiento, sin control, de pequeños satélites en órbita baja de la Tierra. Aunque el trabajo se centra en el rango óptico, las consecuencias para la observación astronómica en radio serían catastróficas”.
En cuanto al artículo: 'A call for scientists to halt the spoiling of the night sky with artificial light and satellites’
“El artículo trata de concienciar sobre la pérdida del cielo nocturno y los efectos perniciosos de las megaconstelaciones de satélites. La mejor medida para evitarlo, sin duda, es evitar el lanzamiento sin control de estas constelaciones de satélites a la órbita baja terrestre. Se necesita modificar el marco regulatorio internacional sobre el uso del espacio ultraterrestre, tarea que no parece sencilla a pesar de los esfuerzos que ya se han producido para ello. La pérdida no solo es para la Astronomía sino para toda la humanidad, por lo que además de apelar a los científicos a movilizarse hay que desplegar otras acciones para contar con el apoyo de la opinión pública”.
Alejandro Sánchez - contaminación satélites
Alejandro Sánchez de Miguel
Investigador en el grupo de Astrofísica Instrumental y Galáctica de la Universidad Complutense de Madrid y líder del proyecto de ciencia ciudadana Cities at Night
En cuanto a: ‘Aggregate effects of proliferating low-Earth-orbit objects and implications for astronomical data lost in the noise’
“En general, [esta investigación] es la continuación de trabajos anteriores y por el momento nada apunta a que no sea correcto. Las evidencias independientes, como el paper publicado hace unos meses en la revista Science por [Christopher] Kyba, apuntan en la misma dirección.
La limitación más importante es la falta de experimentos especialmente diseñados para medir el brillo de cielo en observatorios a este nivel de detalle”.
En cuanto a: ‘A call for scientists to halt the spoiling of the night sky with artificial light and satellites’
“En principio, y tal y como se comentó recientemente en una ponencia por parte de Asociación Española de Derecho Aeronáutico y Espacial, tanto la contaminación lumínica terrestre como la espacial entran dentro del ámbito de la aplicación del [Convenio] sobre la contaminación [atmosférica] transfronteriza.
Por tanto, sería posible pedir responsabilidad a los países que están lanzando las mega constelaciones que firmaron dicho tratado. Eso solo sería eficiente para naciones como EEUU y Reino Unido, pero quizás no para China [que no ha firmado el convenio].
Sobre las limitaciones del uso de LED, desde mi punto de vista, es correcta la afirmación de que o se pone un límite a las emisiones o no se reducirá la contaminación lumínica. En España, desde 2007 existe la obligación de reducir la contaminación lumínica por parte de las administraciones, pero esto es totalmente ignorado.
Otro aspecto interesante es que se llama la atención de los astrónomos. Pero en general, a [muchos] astrónomos profesionales (contrariamente a lo que pueda pensar la mayoría de la población) no les importa la contaminación lumínica porque no les afecta, ya que gran parte de la investigación no se realiza desde tierra o en el rango visible”.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Modelización
John C. Barentine et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Modelización
- Comentario
- Sin revisión por pares
Fabio Falchi et al.
- Comentario
- Sin revisión por pares