Un estudio publicado en la revista The Lancet Child & Adolescent Health muestra que el 98 % de una cohorte de adolescentes trans de los Países Bajos que inició el tratamiento hormonal antes de la adolescencia continuaba haciéndolo años después.
Adrián Carrasco - tratamiento hormonal trans
Adrián Carrasco Munera
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y miembro del Grupo de Salud LGTBIQ+ de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria
El estudio es de especial interés dada la gran especulación que hay en torno a este tema, especialmente sobre la población infantojuvenil. El estudio pretende demostrar, con una metodología más que adecuada, que las personas trans que inician su transición en la infancia-adolescencia no desisten en ello. Mediante el seguimiento de una cohorte, se muestra cómo la práctica totalidad de adolescentes que iniciaron su atención con bloqueadores hormonales en la pubertad posteriormente continuaron con tratamiento hormonal de acuerdo a su identidad de género. También demuestra cómo esta tendencia, tanto en pacientes demandantes de esta atención como la proporción que continuaron con el tratamiento, no ha cambiado respecto a hace más de diez años.
El trabajo complementa estudios previos en esta línea que ya demostraron que no había evidencia científica para avalar la sospecha de la supuesta discontinuación de tratamiento hormonal en adolescentes. Además, demuestra que tampoco hay diferencias respecto a qué edad se empezó la transición con bloqueadores hormonales, siendo este otro de los argumentarios que habitualmente se esgrimen contra la atención de menores trans.
Respecto a las limitaciones del estudio, es una investigación realizada en un único centro que, sin embargo, lleva más de veinte años de atención a la infancia trans. Otra de las limitaciones es que la valoración de la continuidad del tratamiento se hace cruzando los datos de aquellas personas de ese centro que iniciaron el bloqueo hormonal en la pubertad, con los datos centralizados de prescripción de hormonas. De ese modo se vio que un 2 % no tenían prescripción de hormonas tras años de haber usado el bloqueo en la pubertad. Ya que se ha hecho mediante la explotación de datos, es imposible saber los motivos que llevaron al 2 % a no continuar con hormonas (pudiendo ser por efectos adversos o por deseo de realizar una transición no medicalizada, entre otros).
Finalmente, el estudio usa un término ya en desuso por recomendación de la OMS como es el de "disforia de género". Sin embargo, puede tener su utilidad en este estudio para aclarar que se incluyen pacientes que manifestaron su deseo de realizar una transición con acompañamiento hormonal (el estudio no habla de pacientes que realizan su transición sin este acompañamiento).
El principal aporte de este estudio es poner luz con evidencia en un campo en el que abundan las voces unipersonales, pero con gran repercusión mediática, que ponen en duda la identidad de género de las infancias trans y la actuación sanitaria respecto a ello. Frente a opiniones que alegan que las personas trans adolescentes "se arrepienten" de su transición y que defienden que la identidad trans es "una moda", este artículo presenta evidencia científica que demuestra que la infancia trans mantiene en su práctica totalidad el tratamiento tras la adolescencia.
Gilberto Pérez - tratamiento hormonal trans
Gilberto Pérez López
Especialista de Endocrinología del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y director del Curso Experto Universitario en Medicina Transgénero SEEN-Universidad de Barcelona-Editorial Panamericana
El manejo de la incongruencia de género en la adolescencia es una situación de alta complejidad y hasta hace pocos años no contábamos con evidencia robusta sobre algunas cuestiones como la Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR) (descripción de los menores trans como consecuencia del contagio social, que no es un diagnóstico médico), la seguridad de los tratamientos hormonales iniciados en la pubertad y la desistencia (que consiste en cambiar en el sentimiento identitario inicialmente manifestado) o la destransición (consistente en revertir los cambios realizados en el proceso reasignador de género, ya sean médicos, sociales o administrativos).
Respecto al DGIR, Bauer publicó en abril de 2022 un estudio que intentaba probar en menores transgénero la hipótesis del contagio social y que estos son “adolescentes con problemas de salud mental comórbidos”. Sus resultados no confirmaron la existencia de la DGIR y sí el impacto positivo en la salud mental de los adolescentes en tratamiento hormonal de afirmación de género.
En relación con los bloqueadores de la pubertad (análogos de GnRH - aGnRH), desde hace más de quince años existen conocimientos de la eficacia y de la ausencia de efectos adversos graves en su empleo en niños/as con pubertad precoz central. La experiencia en menores trans es más limitada, pero parece ser similar. Un trabajo reciente ha sugerido que los patrones de crecimiento de los menores trans con bloqueadores de la pubertad son similares a los informados para los menores cisgénero prepuberales. También se ha demostrado que el uso de aGnRH en menores trans mitiga el riesgo de depresión, ansiedad y tendencias suicidas.
El estudio de Van der Loos publicado hoy en The Lancet Child & Adolescent Health viene a aportar más evidencia científica a la pregunta de cuántos adolescentes trans que iniciaron el tratamiento hormonal en la adolescencia continúan el tratamiento en la etapa adulta.
La Unidad de Identidad de Género (UIG) de la UMC de Ámsterdam es un referente mundial en todos los aspectos de la medicina transgénero y se rige por acciones protocolizadas. Cuenta con uno de los mejores registros relacionados con el abordaje biopsicosocial de las personas trans. Esto se refleja en la calidad de los datos y de la metodología del estudio, y, por lo tanto, de sus conclusiones.
En 2022, Butler dio por primera vez respuesta a la pregunta en cuestión y encontró que el 95 % de los menores trans que iniciaron tratamiento hormonal en la adolescencia lo seguían en la etapa adulta.
En el estudio de la UIG de la UMC, el 98 % de los adolescentes trans que iniciaron el tratamiento hormonal en la adolescencia lo continuaban en la adultez.
Una limitación de este estudio es el hecho de que la prescripción del tratamiento hormonal no se traduce necesariamente en el hecho de continuidad de las hormonas. Esta es una limitación de todos los estudios basados en registros y puede sobreestimar los resultados.
Otra limitación del estudio fue el no encontrar las causas por el que el 2 % dejaron el tratamiento hormonal. Respecto a este 2 % de las personas trans que estaban sin tratamiento, los investigadores reflexionaron que no se puede concluir que estas personas desistieron o llegaron a destransicionar. Estas personas podrían haber dejado el tratamiento hormonal por varias razones plausibles para la interrupción de tratamiento, como la falta de conocimiento sobre la importancia del tratamiento hormonal continuado después de la gonadectomía (tras la cirugía de confirmación de género) o efectos adversos de la medicación, o que tienen identidades no binarias.
En cualquier caso, los resultados del trabajo de van der Loos van en la línea de los resultados de estudios previos y aportan evidencia en este campo que apoya el abordaje actual de los menores trans. Así, los resultados del estudio de la UIG de la UMC de Ámsterdam confirman que el inicio del tratamiento hormonal en adolescentes trans tiene una alta tasa de continuidad en la etapa adulta (98 %), aportando desde la evidencia tranquilidad a los profesionales sanitarios sobre los resultados del abordaje actual.
Estos hallazgos pueden y deben ayudar y servir de guía al debate público y legal actual sobre el inicio del tratamiento médico en menores trans.
Antonio Becerra - tratamiento hormonal trans
Antonio Becerra Fernández
Especialista en Endocrinología y en Identidad de género y profesor honorífico de la Universidad de Alcalá
Un sesgo importante es que incluyen como mínimo tres meses de tratamiento con bloqueadores. Ese tiempo de tratamiento no es desde el estadio II-III de Tanner (alrededor de los 12-13 años) y hasta los 16 años, donde se añadían estrógenos o testosterona. Los bloqueadores se tienen que utilizar desde la fase II de Tanner, cuando los menores tienen entre 11 y 12 años. A esa edad con tres meses no se bloquea la pubertad, ya está muy avanzada.
Otro sesgo es que en la cohorte las proporciones en el sexo asignado al nacer son opuestas a lo habitual. Siempre había más chicas trans que chicos trans, como dos tercios, y ahora ha cambiado: el 31 % son transición de chico a chica (asignados como masculino al nacer), y el otro 69 % son transición de chica a chico.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional
Van der Loos et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional