Las ‘firmas bacterianas’ de las zonas genitales podrían servir como herramienta forense para identificar a culpables de agresiones sexuales, aunque no haya rastro de esperma, según propone un estudio publicado en la revista iScience, del grupo Cell. Tras secuenciar el ADN de bacterias procedentes de muestras genitales de 12 parejas estables, los autores muestran que se produce una transferencia de especies bacterianas durante el coito que permite identificar el microbioma genital o ‘sexoma’ propio de cada persona.

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Rosa del Campo
Investigadora en el Hospital Ramón y Cajal y miembro del Grupo Especializado para el Estudio de la Microbiota Humana de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC-GEMBIOTA)
En este artículo se estudia la posible utilidad de la microbiota sexual (‘sexoma’) para identificar al agresor en casos de abusos [sexuales]. Hasta ahora el método de referencia es encontrar el cromosoma Y –siempre que el agresor sea hombre, que por otro lado es lo más frecuente–. En el caso de utilizar condón, no hay mucho ADN humano, y por ello sería útil el ‘sexoma’.
Han reclutado 12 parejas estables y monógamas. Están 14 días sin sexo y se toman muestras ellos mismos del pene y la vagina. La aportación metodológica es que utilizan una secuenciación robusta con PacBio, que permite lecturas muy largas de ADN, y por eso saben muy bien de dónde viene la bacteria. Se estudia también como influyen los factores externos, sobre todo el condón, los lubricantes, etc.
Los hombres tienen una microbiota en el pene (se parece mucho a la de la piel de otras zonas) mucho más diversa que las mujeres en la vagina. El factor limitante de esta técnica es que, si existe un lavado de la zona genital después del sexo, será muy complicado encontrar las bacterias de la pareja. También han estudiado parejas que habitualmente tienen sexo, y eso puede influir en los resultados En ningún caso esta técnica va a sustituir a la detección del cromosoma Y en el caso de los hombres, pero puede ser de utilidad.
La palabra ‘sexoma’ no me encanta, debería ser microbiota genital mejor.
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Toni Gabaldón
Profesor de investigación ICREA y jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC-CNS)
El estudio demuestra que pueden ocurrir cambios en la composición del microbioma vaginal y del pene antes y después de un acto sexual. Sin embargo, dado el pequeño tamaño muestral y la variabilidad de casuísticas encontradas, no se detecta ningún patrón general concluyente. En mi opinión, el estudio debería haber hecho un análisis más cuidadoso de la variabilidad en la toma de muestras, ya que, aunque se tomaron 10 réplicas, solo se secuenció una por caso, lo que no permite establecer qué variabilidad de base podríamos esperar en el muestreo. De la misma manera faltarían más controles de muestras tomadas en intervalos similares sin que existiese una relación [sexual], para conocer cuáles podrían ser las fluctuaciones esperadas en su ausencia.
La metodología de secuenciación elegida (amplicones del gen 16S) permite identificar la especie de bacteria con bastante resolución, pero no asegura que podamos establecer que son clonales, como se esperaría de una transmisión. El estado del arte para establecer clonalidad se basa en técnicas de secuenciación masiva de ADN genómico (shotgun). Asimismo, la presencia de las mismas variantes de 16S en dos personas diferentes no implica transmisión directa y, al compartir las parejas vivienda y hábitos, no podría descartarse una colonización dual.
Respecto a la posible aplicación forense, creo que los datos permiten vislumbrar posibilidades futuras, pero no aportan evidencia de que se pueda, por ejemplo, identificar al agresor a partir de las posibles variantes detectadas en una víctima. Es previsible que, a diferencia de este estudio, no se dispongan de muestras tomadas poco tiempo antes de la agresión. La obtención de ADN del propio agresor en cualquier resto hallado en la víctima o escena del crimen proporcionaría una identificación más precisa y directa. Una ventaja que podría tener el microbioma frente al ADN humano es la persistencia en el tiempo de clones transmitidos agresor-víctima, algo que no se investiga aquí.
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Nerea Molina
Investigadora del departamento de Filosofía I en la Universidad de Granada y en el Instituto de Investigación Biosanitaria ibs.GRANADA
Este estudio refuerza la idea de que las comunidades bacterianas del tracto genital masculino y femenino pueden intercambiarse durante el coito. Mediante la secuenciación del gen 16S rRNA en muestras de vagina y pene tomadas antes y después de una relación sexual, los autores identificaron la transferencia de firmas bacterianas específicas entre parejas. Estos hallazgos van en línea con estudios previos que ya sugerían este intercambio microbiano en parejas.
Además, los investigadores plantean que este tipo de análisis podría ser útil en el ámbito forense, especialmente en casos en los que no se logra detectar ADN humano. También destacan que la huella bacteriana podría ampliar la ventana de tiempo para identificar el contacto sexual, superando las 48 horas tras las cuales la detección de espermatozoides en muestras vaginales se reduce drásticamente. Sin embargo, la variabilidad individual del microbioma, junto con los múltiples factores que pueden influir en la estabilidad de estas firmas microbianas, como la higiene personal, el uso de anticonceptivos de barrera y la dinámica natural del microbioma hacen necesario seguir investigando antes de considerar una aplicación práctica fiable.
El concepto del ‘sexoma’ como herramienta forense es fascinante, pero aún queda camino por recorrer antes de que pueda utilizarse en la práctica judicial. La identificación precisa de microorganismos a nivel de cepa y su estabilidad en el tiempo son desafíos clave. Además, el microbioma no es estático: factores como el tiempo transcurrido desde el contacto o la presencia de otros fluidos biológicos pueden influir en los resultados. Este estudio representa un avance interesante en la comprensión de la transferencia bacteriana entre parejas, pero su viabilidad en investigaciones forenses aún requiere validación en estudios más amplios y en escenarios reales.
Además, tras leer la nota de prensa, quisiera hacer una aclaración técnica: en el estudio se secuencia ADN, no ARN. Concretamente, se secuencia el gen (ADN) que codifica la subunidad 16S del rRNA. También recomendaría eliminar la afirmación de que los resultados alcanzan el nivel de subespecie ("down to the sub-species level"), ya que los datos del estudio no llegan a esa resolución.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Humanos
Dixon et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Humanos