Este artículo se publicó hace más de 1 año
Reacciones al primer impacto controlado contra un asteroide

Tal y como estaba previsto, la misión DART (Prueba de Redireccionamiento del Asteroide Doble, según sus siglas en inglés) ha chocado contra el asteroide Dimorphos, que gira en torno a otro más grande, Didymos. Ninguno es una amenaza para la Tierra. Se trata de la primera misión de prueba de defensa planetaria diseñada para cambiar la órbita de un asteroide, puesta en marcha por la NASA y el laboratorio Johns Hopkins APL, y que cuenta con participación española. Equipos científicos estudiarán con telescopios terrestres cuánto cambiará la órbita de Dimorphos alrededor de Didymos tras el choque. 

27/09/2022 - 07:00 CEST
 
dimorphos

Fotografía del asteroide Dimorphos tomada por la misión DART momentos antes del choque. Autor: NASA.

Reacciones

Jesús Martínez-Frías - impacto asteroide

Jesús Martínez Frías

Geólogo planetario y astrobiólogo del IGEO (CSIC-UCM). Presidente de la comisión de geología planetaria de la Sociedad Geológica de España y de la Red Española de Planetología y Astrobiología

Science Media Centre España

El estudio sobre la naturaleza y el universo nos ha permitido avanzar enormemente en la comprensión de nuestro entorno, de lo nanoscópico a lo cosmológico, y a establecer un cuerpo de conocimientos, de cultura científica, que ha contribuido a nuestro progreso y desarrollo como especie en nuestro planeta. Pero, unido a ello, también nos ha permitido identificar una serie de riesgos y peligros que eran desconocidos para nosotros y pasaban totalmente desapercibidos. Así ha ocurrido, por ejemplo, con la radiactividad, con la identificación del papel de los virus o las bacterias o, como es el caso que nos ocupa, con el descubrimiento de los cerca de 200 cráteres de impacto existentes en nuestro planeta, los de la Luna y los de otros cuerpos planetarios de nuestro sistema solar (Mercurio, Marte, Europa, Ceres, Plutón, etc.). 

En paralelo al hallazgo de todas estas “estructuras impactogénicas” en los registros geológicos, se ha descubierto también que se deben a la llegada a la Tierra de objetos de grandes dimensiones, que han contribuido a la modificación de ambientes, a drásticos cambios climáticos e incluso a la extinción de determinadas especies. Esto, unido a la detección de millones de asteroides que nos acompañan en el llamado Espacio Cercano a la Tierra (Near Earth Space en inglés) nos obliga a prestar atención a este tipo de eventos catastróficos, que pueden suponer un peligro para la humanidad, y a intentar estar preparados para el caso de que un objeto –principalmente asteroidal– esté en riesgo de colisión con la Tierra. 

En este contexto de defensa planetaria se enmarca la misión DART de la NASA, que ha impactado contra el asteroide Dimorphos para poner a prueba si el choque de la sonda contra este objeto conseguirá desviarlo, aunque sea ligeramente, de su órbita. Hasta el momento, se han realizado experimentos en laboratorio relacionados con impactos, estudios de campo de cráteres y numerosas simulaciones computerizadas sobre escenarios representando diferentes tipos de colisiones. Pero es la primera vez que se realiza una misión con el fin de desviar al asteroide, no destruirlo. 

El objetivo de DART ha sido un sistema binario que se encuentra a unos 11 millones de kilómetros de la Tierra. Este sistema está compuesto por el asteroide Didymos –de unos 780 metros de diámetro– y de Dimorphos –de aproximadamente 160 metros–, que orbita al objeto primario anterior. La nave espacial, cuya velocidad era de 23.000 km/h, ha impactado contra Dimorphos para cambiar su órbita dentro del sistema binario. El efecto de la colisión permitirá obtener una información crucial para comprender mejor cómo se produce la desviación, si es que esta ocurre. Otro satélite artificial, LICIACube, tiene como misión capturar imágenes del choque, del cráter generado y de la nube de material eyectado. 

Hemos sido testigos de una misión única y fundamental de tipo astrofísico y astrogeológico, que no reviste peligro para la Tierra y de gran importancia para comprender cómo actuar en el futuro en caso de que nos encontráramos en una situación de riesgo y de peligro de impacto asteroidal. 

Hace unos años fui representante de España en el programa IMPACT de la European Science Foundation y autor y director científico del Informe Técnico de Alto Nivel para el actual Departamento de Seguridad Nacional de Presidencia de Gobierno sobre este tipo de colisiones. Ojalá hubiéramos podido disponer de los datos que, si todo va bien, nos ofrecerá esta misión. Un proyecto de importancia científica y social para toda la humanidad que nos ayudará a estar preparados y a precisar cómo defendernos en caso de que en el futuro pudiéramos estar expuestos a un peligro de este tipo. 

No declara conflicto de interés
ES

José María Madiedo - impacto asteroide

Jose María Madiedo Gil

Astrofísico en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC)

Science Media Centre España

En la madrugada del 26 al 27 de septiembre, a la 1:14 hora local peninsular española, la sonda DART de la NASA ha colisionado contra el asteroide Dimorphos, una roca de unos 160 metros de diámetro que gira alrededor de un asteroide mayor llamado Didymos, cuyo diámetro es de unos 800 metros. La separación entre ambos cuerpos celestes es de aproximadamente 1 kilómetro. 

De esta forma, se ha llevado a cabo el primer intento de modificar la trayectoria de un asteroide, con el fin de ensayar una tecnología que permita proteger a la Tierra de un posible impacto en el futuro. Esa tecnología es la conocida como "impacto cinético" y, básicamente, consiste en desviar un asteroide de su trayectoria provocando la colisión contra él de un objeto de menor tamaño. De todas las técnicas que se han propuesto para protegernos del impacto de asteroides, esta es la más sencilla de llevar a cabo con la tecnología disponible en la actualidad. 

Ni Dimorphos ni Didymos suponían un peligro para nosotros antes del impacto, pues este sistema binario no cruza la órbita de nuestro planeta. Siguen sin suponer ningún riesgo para la Tierra después de que la colisión de sonda DART, que tiene una masa de casi 600 kilogramos, haya provocado una pequeña alteración de la órbita de Dimorphos. La NASA ha utilizado a Dimorphos como si se tratase de un laboratorio en el que ensayar este método del impacto cinético, con el fin de comparar los resultados observados con los que predicen los modelos teóricos. Esto va a permitir afinar estos modelos y, por tanto, mejorar esta técnica para que pueda ser utilizada en el futuro en caso de que tengamos que enfrentarnos a un objeto que se dirija en rumbo de colisión contra nuestro planeta.  

La sonda DART impactó contra Dimorphos en dirección contraria a su movimiento, reduciendo así ligeramente la velocidad de este asteroide y con ello su radio de giro alrededor de Didymos. Debido a la interacción gravitatoria entre ambas rocas, la trayectoria de Didymos también ha sufrido una ligera variación. La magnitud de estas modificaciones podrá conocerse dentro de unos días (se estima que alrededor de una semana aproximadamente), cuando el efecto de las mismas sea apreciable. 

Por otro lado, la colisión ha generado un cráter en la superficie de Dimorphos, lazando al espacio parte del material excavado durante la formación de este nuevo cráter y dejando al descubierto materiales "frescos" que inicialmente estaban bajo la superficie del asteroide. El análisis de este cráter y de los materiales en su interior es un objetivo secundario de la misión. 

La misión DART ha supuesto así un gran hito en el campo de la defensa planetaria. Hasta ahora, nuestra tecnología nos permitía identificar objetos potencialmente peligrosos para la Tierra gracias a nuestros telescopios y a los distintos programas de rastreo de la bóveda celeste que se llevan a cabo por parte de las distintas agencias espaciales y de otras instituciones. Y también nos permitía saber si estos objetos podían suponer un riesgo para nosotros o no. Pero esta misión espacial ha supuesto nuestro primer gran paso a la hora disponer de una tecnología con la que evitar la enorme catástrofe natural que supondría la colisión contra nosotros de un cuerpo celeste de gran tamaño. 

Declara no tener conflicto de interés
ES

Romano Corradi - impacto asteroide

Romano Corradi

Director del Gran Telescopio Canarias (GTC) 

Science Media Centre España

De esta misión hay que resaltar, una vez más –¿recuerdan el impacto en 2005 de la sonda Deep Impact sobre el cometa 9P/Tempel 1?–, el poder de nuestros conocimientos de la (astro)dinámica, y en general de la física, capaces de pilotar una sonda para impactar contra un asteroide de solo 160 metros de diámetro a 11 millones de kilómetros de distancia de la Tierra –es como tirar una minúscula piedra e impactar otra de 1mm de tamaño a 69 km de distancia–. Ya veremos en las próximas semanas si se confirma que, como consecuencia del impacto de la sonda DART, la velocidad del asteroide Dimorphos se ha reducido la cantidad prevista. También en este aspecto hay que destacar los números “astronómicos”: DART pesa solo 570 kg, pero su gran velocidad de impacto (24.000 km/hora) es capaz de desviar la trayectoria de una cantidad pequeña pero apreciable, una masa de 5.000 millones de kg. 

Esta misión es una demostración de una técnica para liberar nuestro planeta de la posibilidad de un impacto de un asteroide de grandes dimensiones. La pregunta de si los asteroides son un peligro real para nuestro planeta no tiene una respuesta sencilla, porque los efectos dependen de muchos factores, aunque el principal es el tamaño del asteroide. 

Hay que destacar el trabajo incesante de los telescopios terrestres de todo el mundo, también los españoles, que de forma continua rastrean el cielo para detectar y luego seguir estos objetos peligrosos (NEOs, de inglés Near Earth Objects). Estas observaciones nos permiten concluir que no hay asteroides de un tamaño mayor de 1 km –capaces de producir desastres a escala global en nuestro planeta– que puedan impactar en la Tierra en los próximos cien años, pero sí queda la posibilidad de que asteroides del tamaño de Dimorphos impacten y produzcan desastres a escala regional –la probabilidad de que además caigan en una zona densamente habitada es, de todas formas, extremadamente pequeña–.  

¿Vale la pena invertir tanto esfuerzo y dinero para un evento de tan baja probabilidad? Creo que, visto lo que está en juego, sí es necesario continuar con el estudio del cielo a la búsqueda de NEOs potencialmente peligrosos. Pero con la condición de no desviar la atención y el esfuerzo para combatir otras amenazas para nuestro ecosistema, más ciertas, graves e inaplazables, como el cambio climático o la sobreexplotación de los recursos de nuestro (único) planeta. 

Es miembro del comité asesor del SMC España.

ES
Las 5W +1
Publica
FAQ
Contacto