España recomienda que aquellas personas que hayan sido infectadas por el coronavirus reciban la tercera dosis cuatro semanas después. Los expertos valoran la decisión desde el punto de vista inmunológico.
Cola de vacunación en el WiZink Center en Madrid. / EFE/Mariscal.
Salvador Iborra - tercera dosis infectado
Salvador Iborra
Inmunólogo
En principio, acelerar la tercera dosis no resultaría nocivo para aquellas personas que, habiendo recibido la pauta completa, han sido infectadas con el virus.
Tanto la EMA como los CDC recomendaron administrar una dosis de refuerzo de Comirnaty a personas de más de 18 años que hayan recibido una segunda dosis hace al menos 5 o 6 meses, y eso parece un periodo razonable.
Si nos hemos vacunado e infectado el virus habrá actuado como una dosis de recuerdo extra salvo que la infección haya sido inmediatamente después de vacunarnos, entre 1 y 5 días. Por lo tanto, sería igual de recomendable esperar 5 o 6 meses, que es el periodo en el que se vio que disminuía la eficacia vacunal y podía recuperarse con la de refuerzo.
Es necesario espaciar suficientemente el tiempo entre dosis, aunque es cierto que casi todos los estudios se han centrado en la separación entre la primera y la segunda dosis, que se recomendó que fuese de entre 3 y 4 semanas (Pfizer/Moderna). Hay que distinguir entre el intervalo de tiempo entre la primera y la segunda dosis, y el intervalo entre la segunda dosis y la de recuerdo.
Una segunda dosis es imprescindible para aumentar la respuesta inmunitaria en cantidad (expandir el número de linfocitos B y T generados en la primera inmunización) y en calidad (la segunda dosis favorece que los linfocitos B
maduren la afinidad de su respuesta de anticuerpo). Esta respuesta va decayendo con el tiempo para ahorrar energía y responder a otros patógenos. Por eso, la dosis de refuerzo puede ayudar a que esa bajada no suponga una reducción importante de la eficacia vacunal.
Si no esperamos el tiempo suficiente no mejoraremos la respuesta inmunitaria que nos ha proporcionado la infección, porque normalmente el número de linfocitos y la cantidad de anticuerpos circulantes no decaen tan deprisa (en 3 o 4 semanas).
Ignacio J. Molina - tercera dosis infectado
Ignacio J. Molina Pineda
Catedrático de Inmunología
No hay datos experimentales que nos digan el momento idóneo para realizar una nueva inmunización tras pasar la enfermedad. Por tanto, hay consideraciones generales del funcionamiento del sistema inmunitario y, sobre todo, de salud pública en estas decisiones. Baste recordar que el año pasado, cuando iniciamos la vacunación y las dosis eran escasas, el período era de 6 meses porque hasta ese momento había una protección aceptable.
Con la llegada de la variante delta y la amplia disponibilidad de las vacunas este plazo se acortó.
Ahora nos enfrentamos a la variante ómicron, que es y se comporta de manera muy diferente a las anteriores, y que escapa parcialmente a las vacunas y a las infecciones con variantes anteriores.
Es por ello por lo que se ha adelantado la reinmunización, puesto que un infectado con delta puede infectarse fácilmente con ómicron.
Desde el punto de vista inmunitario, un mes es probablemente no óptimo, aunque la posibilidad de una infección por ómicron pese mucho. No obstante, el período influiría en el nivel de eficacia de la respuesta y protección frente a la nueva variante, pero en ningún caso va a representar un riesgo superior de efectos adversos. No va a ser nocivo.
José Jiménez - tercera dosis infectado
José Manuel Jiménez Guardeño
Virólogo en el Departamento de Enfermedades Infecciosas
Hay que tener en cuenta que esta infección sería el equivalente a recibir una tercera dosis, pero más completa. Esto ocurre porque con las vacunas nuestro organismo produce una respuesta inmunitaria contra la proteína S del virus, pero con la infección nuestro cuerpo se expone a todos los antígenos del virus y no solo la proteína S. Se ha descrito que la “inmunidad híbrida” (personas que se han vacunado y, además, se han infectado) es muy potente y eficaz.
Si tenemos en cuenta esto y que, además, ómicron es una nueva variante de la que todavía no sabemos mucho, quizás lo más conveniente sería no vacunar de nuevo tan rápido a personas que se acaban de infectar, esperar unos meses hasta ver cómo evoluciona la pandemia y evaluar la protección que la infección confiere en personas vacunadas que se acaban de infectar.
Además, durante este tiempo es posible que podamos disponer de vacunas actualizadas contra las nuevas variantes. No podemos olvidar que estamos usando vacunas diseñadas contra la variante que apareció en Wuhan y durante el transcurso de la pandemia el virus ha ido acumulando un número importante de mutaciones.