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Reacciones: un test sanguíneo permite medir la edad de los órganos

Un estudio realizado con más de 5.000 pacientes ha desarrollado un método para predecir la edad biológica de nuestros órganos. Para ello han analizado más de 4.000 proteínas presentes en la sangre y han usado modelos de aprendizaje automático adaptados a 11 órganos diferentes. Según los autores, casi el 20 % de la población presenta envejecimiento acelerado de un órgano lo que, en muchos casos, se asocia con un aumento del riesgo de mortalidad de entre un 20 y un 50 %. Los resultados se publican en la revista Nature

06/12/2023 - 17:00 CET
Reacciones

Manuel Collado - edad órganos

Science Media Centre España

Sabemos que el envejecimiento es el factor de riesgo más importante para sufrir enfermedades (y accidentes). También sabemos que no todos envejecemos al mismo ritmo e intuíamos que no todos nuestros órganos envejecen a la misma velocidad. La clave es el envejecimiento biológico, el deterioro en la función de los órganos, y no el cronológico, el que nos marca la fecha de nuestro documento de identidad. Cómo establecer esa edad biológica ha sido objeto de intensa investigación en los últimos años. El mejor predictor actual de edad biológica son las modificaciones epigenéticas del ADN, pero para ello es necesario obtener una muestra de tejido del cual extraer nuestro material genético y eso es imposible para cada órgano. 

El grupo dirigido por Tony Wyss-Coray ha fijado su atención en la sangre. Ahí, en la sangre, los científicos son capaces de identificar multitud de proteínas y, para algunas de ellas, inferir el órgano de procedencia. Analizando la abundancia de estos grupos de proteínas asociados a cada órgano a lo largo del envejecimiento con una amplia cohorte de individuos, los investigadores pudieron establecer la dinámica de aparición de estas proteínas con la edad hasta crear, mediante machine learning, un predictor de edad biológica basado en la presencia de estas proteínas en sangre. Dada una muestra de sangre, cuantificar la abundancia de estas proteínas nos permite establecer la edad biológica. Como estos grupos de proteínas están identificados por órgano de origen, la edad biológica estimada se corresponde con la del órgano de procedencia. 

Con este reloj biológico los científicos se enfrentaron a unas muestras de sangre obtenidas de manera independiente hace 15 años. Cuando cuantificaron las proteínas presentes en sangre de individuos sanos de más de 50 años establecieron que uno de cada cinco mostraba un envejecimiento más acelerado del esperado en, al menos, un órgano. Siguiendo el historial médico de cada individuo pudieron comprobar que identificar un envejecimiento más acelerado de un órgano particular correlacionaba con el desarrollo de una enfermedad en dicho órgano. El envejecimiento neuronal, renal o cardiaco correlacionaba con un incremento en el desarrollo de neurodegeneración, enfermedad renal, hipertensión y diabetes, o fibrilación auricular o ataques de corazón, respectivamente. 

La oportunidad que nos abre este tipo de investigación es la de establecer con precisión el ritmo de envejecimiento de cada órgano y, por tanto, de su deterioro. Con ello, podríamos guiar una medicina preventiva de precisión que prescribiese a cada persona un cuidado y seguimiento específico en función de la observación de la edad biológica de cada órgano. 

Desconocemos aún la posible implicación causal de la identificación de estas proteínas en sangre. Es posible que simplemente actúen como biomarcadores, reflejo de un estado funcional del órgano, pero es también posible que sus niveles pudieran estar implicados en el desarrollo de las patologías. Esta última posibilidad, de determinarse, podría ofrecernos nuevas perspectivas terapéuticas dirigidas a estas proteínas como diana para hacer frente a la enfermedad. Pese a que los números de proteínas detectadas y de muestras de individuos usadas es elevado, está por determinar la reproducibilidad de estos datos y su ampliación a un número de muestras mayor. Habría también que ver si los datos obtenidos son extrapolables a todas las poblaciones humanas o si existen, como es de prever, particularidades relacionadas con la variabilidad humana. 

En todo descubrimiento que implique aumentar nuestro conocimiento de susceptibilidad a la enfermedad es importante plantearse cómo se va a manejar la incertidumbre que pueda derivarse de ese conocimiento por parte del posible futuro paciente. Del mismo modo, es conveniente tener claro el beneficio de conocer un incremento en el riesgo de enfermedad y sus limitaciones, sobre todo en patologías para las que no exista un tratamiento eficaz claro. Saber que tu riesgo de padecer una enfermedad asociada al deterioro de un órgano puede, al menos, permitirnos plantear medidas preventivas más enfocadas. La existencia de un posible test futuro que determine la edad biológica de cada uno de nuestros órganos debería servirnos para incrementar las medidas de salud preventiva y quizás esto nos permita cuidar de nuestra salud de manera más eficaz, consiguiendo que nuestro envejecimiento sea más saludable.

No declara conflicto de interés
ES

Inés Moreno - edad órganos

Inés Moreno

Profesora titular de la Universidad de Málaga

Science Media Centre España

La población está envejeciendo. Cada vez hay una mayor esperanza de vida gracias a una mejora sanitaria y desarrollo tecnológico que fomentan una mayor calidad de vida, pero el motivo de por qué envejecemos aún no está claro. Es cierto que la capacidad de nuestro organismo para mantenerse, renovarse y seguir funcionando adecuadamente van en detrimento con la edad. Sin embargo, algunas personas envejecen más rápido que otras, posiblemente por motivos genéticos, hábitos y condiciones ambientales a las que estamos expuestos. Ya sea por cualquiera de estas razones, a día de hoy no tenemos una herramienta que nos permita conocer cómo vamos a envejecer o qué parte de nuestro cuerpo está más envejecida y podría ser la desencadenante de fallecer con la edad, sin una causa específica aparente relacionada con alguna patología. 

A este respecto, el artículo publicado en la revista Nature por el internacionalmente conocido Tony Wyss-Coray, de la Universidad de Stanford, arroja información al mecanismo de envejecimiento y cómo se podría predecir qué órganos de nuestro organismo están envejeciendo. Esto podría conducir al desarrollo de enfermedades específicas, proporcionando, por lo tanto, un modo de anticiparse a la aparición y desarrollo de enfermedades asociadas al envejecimiento. En su estudio, analizan las proteínas presentes en la sangre de miles de individuos para determinar qué órgano u órganos están más envejecidos, ya que, según expresan, el envejecimiento acelerado de un único órgano podría suponer un incremento de hasta el 50 % en el riesgo de mortalidad. El estudio indica que un rápido envejecimiento del corazón incrementaría el riesgo de enfermedades cardiacas y enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, lo que refleja las principales causas de muerte en la población mundial a día de hoy. 

Los estudios de Wyss-Coray han estado siempre ligados al estudio de factores sanguíneos que pudieran dar cierta información sobre el envejecimiento y enfermedades relacionadas, como el alzhéimer. Sus estudios más importantes se han centrado en la búsqueda de marcadores en sangre que determinaran el envejecimiento del organismo y de la existencia de moléculas rejuvenecedoras o que indujeran el envejecimiento. Su reciente estudio es fascinante, ya que permitiría conocer el estado general de salud de un individuo mediante el análisis de una muestra sanguínea y anticiparnos al desarrollo de ciertas enfermedades relacionadas con la edad que son potencialmente letales. Sin embargo, este es solo un primer paso y la posibilidad de que este análisis esté a disposición de todos queda todavía lejos en el horizonte. 

No declara conflicto de interés
ES
Publicaciones
Organ aging signatures in the plasma proteome track health and disease
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
Revista
Nature
Fecha de publicación
Autores

Se-Hwee Oh et al.

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
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