Un gran estudio analiza los beneficios y riesgos de las dietas vegetarianas y veganas en menores

Un equipo internacional ha analizado datos de casi 60 estudios que incluían a más de 48.000 menores con diferentes tipos de dietas y ha comparado el perfil nutricional y diversos parámetros de salud entre quienes seguían una alimentación vegana, lacto-ovo-vegetariana u omnívora. Los resultados indican que las dietas basadas en vegetales, si están bien planificadas, pueden promover un crecimiento saludable con ventajas como un mejor perfil cardiovascular y valores más bajos de colesterol. Sin embargo, pueden tener problemas para alcanzar niveles adecuados de vitaminas D y B12, calcio, hierro o zinc. Según los autores, los hallazgos subrayan la necesidad de una planificación cuidadosa y de suplementación en menores que sigan este tipo de dietas. El estudio se publica en Critical Reviews in Food Science and Nutrition

12/12/2025 - 06:01 CET
Reacciones

Ordovás - veganos

José M. Ordovás

Director de Nutrición y Genómica en la Universidad Tufts de Boston (EEUU), miembro de IMDEA-Alimentación (Madrid) y de CIBEROBN (Instituto de Salud Carlos III)

Science Media Centre España

En conjunto, este metaanálisis es un trabajo sólido y bien ejecutado. Incluye casi 50.000 niños y niñas de 59 estudios en múltiples países, lo que le da una visión amplia y bastante robusta sobre las dietas vegetarianas y veganas en la infancia. Aun así, la mayor parte de la evidencia es observacional y transversal, por lo que las asociaciones deben interpretarse con cautela; esto no permite establecer causalidad.  

Los resultados confirman algo que ya sabíamos por estudios previos: estas dietas pueden ser saludables en la infancia, pero requieren una planificación cuidadosa y una suplementación adecuada para evitar déficits de micronutrientes. El patrón general es claro: más fibra y vitaminas procedentes de alimentos vegetales, menos grasas saturadas y colesterol, y un perfil cardiometabólico más favorable. Esto es coherente con la literatura sobre patrones dietéticos saludables.  

El artículo añade matices importantes: incluso cuando la ingesta media de muchos nutrientes está dentro de rangos aceptables, las reservas corporales de hierro, vitamina D y, en veganos, vitamina B12, pueden ser más bajas, lo que confirma la necesidad de seguimiento clínico y suplementación sistemática, especialmente en B12 y vitamina D.  

Hay varias limitaciones o puntos críticos. Los estudios incluidos son muy heterogéneos, muchos con muestras pequeñas, métodos distintos para medir la dieta y, a menudo, sin información clara sobre suplementación. Por ello, los resultados son orientativos, no definitivos.  

[Respecto a una posible menor ingesta energética] Los niños vegetarianos y veganos tienden a consumir menos energía y algo menos de grasa y proteína. Esto se refleja en un fenotipo algo más delgado, con ligeras diferencias de talla o peso, pero en la mayoría de los casos dentro de los rangos de normalidad pediátrica. La evidencia disponible no demuestra un impacto clínico relevante en el crecimiento cuando la dieta está bien planificada y suplementada. No obstante, en contextos con menor acceso a alimentos fortificados o menor seguimiento profesional, este riesgo podría aumentar. 

En resumen: una dieta vegetariana o vegana en la infancia puede ser saludable, pero no es ‘automáticamente’ saludable. Requiere conocimiento, supervisión, alimentos variados y suplementación obligatoria de vitamina B12 y, en la mayoría de los casos, vitamina D; y, para veganos, especial atención a calcio, zinc y hierro. Con este apoyo, los niños pueden crecer adecuadamente y, además, beneficiarse de hábitos alimentarios más saludables para toda la vida.

Declara no tener conflicto de interés
ES

Perona - veganos

Science Media Centre España

El estudio es una revisión sistemática y metaanálisis que compara las dietas ovo-lacto-vegetarianas y veganas con dietas omnívoras en niños y adolescentes (<18 años) en distintos países del mundo, por lo que proporciona una síntesis valiosa de la evidencia actual en poblaciones pediátricas. Se trata de la síntesis más completa hasta la fecha sobre este tipo de dietas en la infancia y adolescencia, al incluir 59 estudios y más de 48.000 participantes. Los resultados se estratificaron por el nivel de ingresos del país (bajos/medios versus altos) y por edades (preescolar <6 años y escolar >6 años).  

El estudio confirma que las dietas basadas en plantas, cuando están bien planificadas, pueden apoyar un crecimiento saludable en esta población y ofrecen ventajas, como concentraciones más bajas de colesterol total y LDL. Además, estos niños tienden a ser más delgados y con un menor riesgo de sobrepeso. Sin embargo, si las dietas no están bien supervisadas, corren otros riesgos, como el déficit de vitamina B12 (veganas), anemia y menor estatura, esto último posiblemente asociado con la ingesta de hierro, calcio y vitamina D. Curiosamente, los niños veganos consumían más hierro que los omnívoros, pero no era suficiente para mantener los niveles de ferritina, debido a que se trataba de hierro no hemo. 

Los autores declaran que no se incluyeron ensayos clínicos controlados y aleatorizados porque la intención era observar asociaciones entre el consumo habitual de estas dietas con la ingesta de nutrientes y marcadores de estado nutricional, pero sería adecuado hacerlo en el futuro, para poder hacer inferencias causales. 

Por otro lado, se encontró una alta heterogeneidad en los resultados debido a la edad. Aunque se estratificó por edad (<6 años y >6 años), entre niños de cerca de 6 años y adolescentes de hasta 18, que estaban en el mismo grupo, hay mucha diferencia en su estado de madurez fisiológica.  

Otro punto de crítica es que solo cuatro estudios excluían a aquellos participantes que tomaban suplementos y el uso de estos se informó de manera inconsistente en los estudios. Esto complica la interpretación de los resultados y podría darse la circunstancia de que las dietas ovo-lacto-vegetariana y vegana sin suplementar condujeran a mayores riesgos de deficiencias de ingesta de lo observado. Además, no se dispuso de datos sobre marcadores óseos para los participantes veganos. 

Por tanto, aunque se trata de un estudio muy valioso, sería necesario complementarlo estudios prospectivos y ensayos clínicos para evaluar los efectos a largo plazo de estas dietas en el desarrollo pediátrico.

No declara conflicto de interés
ES

Eduard Baladia - niños veganos

Eduard Baladia

Investigador en el Centro de Análisis de la Evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética (CAEC-AEND)

Science Media Centre España

El artículo presenta una calidad metodológica aceptable y parece seguir los estándares que se esperan en una revisión sistemática con metaanálisis: cuenta con registro previo, detalla la estrategia de búsqueda, explica los criterios de selección y describe el proceso de evaluación crítica, extracción de datos y análisis estadístico. Esto no significa que no puedan existir aspectos mejorables (todas las revisiones los tienen), pero al menos reporta los elementos fundamentales que permiten valorar su transparencia y su rigor. Mi valoración es preliminar porque un análisis en profundidad requeriría más tiempo. 

Este metaanálisis encaja razonablemente bien con la evidencia existente: confirma que los niños vegetarianos y veganos suelen consumir menos energía y algunos micronutrientes que los omnívoros, pero eso no implica automáticamente que su ingesta sea insuficiente. En muchos casos, simplemente refleja que los omnívoros tienden a consumir por encima de las recomendaciones, mientras que las familias vegetarianas suelen ajustar mejor la dieta a lo aconsejado.  

Un matiz importante es que la tabla general del metaanálisis mezcla estudios procedentes de países con niveles socioeconómicos muy distintos. En contextos de bajos ingresos (especialmente en India, que aporta muchos estudios) las diferencias observadas pueden no deberse al patrón vegetariano en sí, sino a desigualdades de acceso a alimentos. Por ello, parte de las diferencias en ingesta y en marcadores bioquímicos podrían reflejar pobreza y no un riesgo inherente de la dieta. Pero de nuevo, los autores dicen y cito textualmente: “No obstante, la ingesta media de energía y proteínas se mantuvo, en general, dentro de los rangos recomendados”. “Tanto en ovolactovegetarianos como en veganos, la mayoría de los valores medios, incluyendo la ferritina y la 25(OH)D [forma activa de la vitamina D], se mantuvieron, en general, dentro de los rangos de referencia pediátricos”. 

En países de altos ingresos, donde el acceso a alimentos y suplementos es adecuado, los resultados muestran diferencias de ingesta pero pocas señales de deficiencias abiertas, salvo la posible mayor probabilidad de anemia en lacto-ovo-vegetarianos. 

La principal limitación es que el metaanálisis compara ingestas medias entre grupos, pero no informa cuántos niños realmente no alcanzan los valores recomendados. Eso dificulta saber si una menor ingesta es clínicamente relevante o simplemente refleja un consumo más moderado pero adecuado.  

Otra limitación es la mezcla de contextos socioeconómicos (sin poder acceder al análisis que los autores han hecho pero que no reportan por completo): los datos de países de bajos ingresos pueden amplificar las diferencias y no son totalmente comparables con los de España o Europa. Tampoco se desglosan adecuadamente los marcadores bioquímicos por nivel de ingresos, lo cual es clave para interpretar ferritina, vitamina A, D o E, dado que estos déficits son mucho más frecuentes en poblaciones vulnerables independientemente del patrón dietético. En estos entornos (los de países con bajos ingresos), ser vegetariano puede estar asociado a menor poder adquisitivo o menor acceso a alimentos, lo que podría distorsionar las conclusiones.  

Hay cuatro afirmaciones hechas por los autores que hay que tener mucho en consideración:  

  1. “En general, nuestros hallazgos sugieren que estas dietas pueden favorecer un crecimiento saludable y ofrecer ciertas ventajas para la salud. Sin embargo, también presentan desafíos nutricionales específicos que requieren un manejo dietético cuidadoso y atención clínica continua”.   

Esta afirmación sintetiza bastante bien lo que muestran los datos. El metaanálisis no encuentra señales consistentes de que los niños vegetarianos o veganos, en países de ingresos altos, crezcan peor o presenten déficits clínicos graves. Sin embargo, sí se observan ingestas más bajas y algunos biomarcadores más reducidos, que en principio no implican enfermedad, pero sí justifican un seguimiento regular y una planificación dietética adecuada. En otras palabras: son dietas viables y seguras, pero no se pueden improvisar.   

  1. “Si bien la ingesta total de proteínas generalmente cumple con las recomendaciones, la calidad de las proteínas de origen vegetal puede ser menor debido a proporciones subóptimas de ciertos aminoácidos esenciales, particularmente cuando la variedad dietética es limitad”.   

Esto es coherente con la evidencia: los niños vegetarianos y veganos consumen suficiente proteína, pero no siempre con un perfil óptimo de aminoácidos si la alimentación se basa en muy pocos alimentos vegetales. Ahora bien, en una dieta mínimamente variada, como la que puede seguir cualquier familia en nuestro contexto, este aspecto no representa un problema real. La disponibilidad de alimentos vegetales ricos en proteínas, la presencia habitual de combinaciones alimentarias complementarias y el acceso generalizado a información nutricional hacen que el riesgo de una ingesta proteica subóptima sea prácticamente inexistente. No es una limitación inherente a las dietas vegetarianas, sino un recordatorio de que, igual que cualquier patrón dietético, requieren variedad y una planificación básica, algo perfectamente asumible en sociedades de ingresos altos como la nuestra.   

  1. “Entre los micronutrientes, la vitamina B12 se perfila como la preocupación más crítica. Hallazgos recientes confirman que los niños veganos bien suplementados pueden alcanzar o incluso superar los niveles de vitamina B12 de los omnívoros, lo que refuerza la necesidad de una suplementación sistemática para prevenir consecuencias graves como la anemia megaloblástica y el deterioro neurológico irreversible”.   

Esta afirmación tiene un peso especial porque la vitamina B12 no está disponible en alimentos vegetales. Sin embargo, más que aportar una novedad, lo que hace este metaanálisis es reforzar una evidencia que ya está muy bien establecida: los niños veganos correctamente suplementados alcanzan niveles adecuados de B12, e incluso pueden tener un estatus igual o superior al de los omnívoros. Por tanto, el punto clave no es descubrir algo nuevo, sino confirmar de nuevo que el riesgo no está en la dieta vegetal en sí, sino en la ausencia de suplementación, un aspecto que en nuestro contexto sanitario está perfectamente asumido y es sencillo de manejar.   

  1. “El nivel de hierro es otro aspecto crucial, dado el papel esencial de este mineral en el crecimiento y el desarrollo cognitivo. Nuestro análisis reveló que los niños ovolactovegetarianos y veganos suelen tener una ingesta de hierro significativamente mayor que sus compañeros omnívoros, pero presentan concentraciones más bajas de ferritina, además de una mayor probabilidad de deficiencia de hierro y anemia. En nuestro análisis, la anemia fue significativa tanto en países de ingresos bajos/medios como altos, lo que subraya la necesidad de monitorear el nivel de hierro independientemente del nivel de ingresos”.   

Esta es una de las observaciones más interesantes del metaanálisis, pero también una de las que exige más prudencia. Los autores interpretan que, aunque los niños vegetarianos y veganos suelen consumir más hierro total —procedente del hierro no hemo de alimentos vegetales, que se absorbe peor que el hierro hemo de origen animal—, esa menor absorción podría explicar los niveles más bajos de ferritina y la mayor probabilidad de anemia observados. La explicación tiene lógica fisiológica, pero no está claro que los datos de ingesta y los de ferritina provengan de los mismos sujetos. Cuando se comparan resultados agregados procedentes de estudios distintos, existe el riesgo de incurrir en una falacia ecológica, es decir, asumir relaciones individuales a partir de patrones que en realidad se observan solo a nivel de grupo (y en este caso puede que en estudios distintos).  

El metaanálisis combina estudios donde algunos informan ingestas y otros informan biomarcadores, y esos datos no siempre son directamente relacionables. A esto se suma otra limitación importante: la mayoría de los estudios son transversales, de modo que no podemos descartar causalidad inversa. Es decir, puede ocurrir que los niños con ferritina baja hayan recibido recomendaciones de aumentar su ingesta de hierro, lo que produciría exactamente el patrón que vemos: ingestas más altas junto con niveles más bajos de ferritina, pero sin que la ingesta sea la causa del biomarcador reducido. Por todo ello, aunque la interpretación de los autores es plausible, no podemos afirmar con certeza que la mayor proporción de hierro no hemo explique los niveles más bajos de ferritina. Harían falta estudios longitudinales o ensayos bien diseñados que analicen simultáneamente ingesta, absorción y biomarcadores en los mismos individuos.  

Conflictos de interés: “Ninguno económico. Sí académico: en varias ocasiones he defendido desde el punto de vista académico el patrón vegetariano y vegano en todo el ciclo vital, lo que podría incluir en mi inercia por revisar muy a fondo lo que ofrece datos en contra. Sí personal (aunque hace ya más de 10 años): hace 10 años tuve una etapa en la que seguí el patrón de alimentación vegetariano, y pese a que ahora no lo soy, mi vivencia puede influir en la percepción del riesgo (en este caso en menor percepción)”. 

ES
Publicaciones
Lacto-ovo-vegetarian and vegan diets in children and adolescents: a systematic review and meta-analysis of nutritional and health outcomes
    • Artículo de investigación
    • Revisado por pares
    • No aleatorizado
    • Estudio observacional
    • Humanos
    • Metaanálisis
Revista
Critical Reviews in Food Science
Fecha de publicación
Autores

Lotti et al. 

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • No aleatorizado
  • Estudio observacional
  • Humanos
  • Metaanálisis
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