La Comisión Europea renovará la autorización del pesticida glifosato en la Unión Europea por 10 años, sujeta a “nuevas restricciones y condiciones”. Siguiendo el procedimiento de la UE, el anuncio se hizo después de que los estados miembros no alcanzaran la mayoría requerida para renovar o rechazar la aprobación.
Lucía Argüelles - glifosato
Lucía Argüelles
Investigadora del Laboratorio de Transformación Urbana y Cambio Global (TURBA Lab) en el Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya
Para mí la decisión es sorprendente, no por el apoyo continuado que la Comisión Europea da a la industria agroquímica y a determinados modelos de agricultura de gran escala, pero sí porque esta anunció una renovación del permiso sin la mayoría necesaria [en el comité que representa los estados miembros] y también por hacerlo por 10 años (en vez de cinco como la última vez)**. La decisión de renovar el permiso del glifosato contradice además la intención de la Comisión Europea de reducir el uso de pesticidas un 50 % en 10 años según lo planeado en el programa Farm2Fork, publicado en 2020.
Tras la consideración del glifosato como potencialmente cancerígeno por la IARC (Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer, de la Organización Mundial de la Salud) y algunas sentencias contra empresas agroquímicas por problemas en salud de las personas derivados del uso del glifosato, unido al no consenso dentro de los países miembros, debería haberse aplicado el principio de precaución.
La diferencia de voto entre países de la UE no se basa exclusivamente en la creencia en los estudios científicos ni estimaciones. Las principales dudas de los estados miembros son si cada país va a ser capaz de hacer una transición a una agricultura diferente, sin grandes pérdidas económicas y sin un enfado masivo por parte de los agricultores. En el actual contexto de la agricultura, con importantes retos demográficos, socioeconómicos y ecológicos, la regulación del uso de pesticidas es una gran oportunidad de resolver muchos problemas a la vez, como la precariedad del trabajo agrícola, la falta de relevo, los altos impactos ambientales o la baja renta agraria. Es un error tratar la regulación de los pesticidas como un elemento aislado dentro del sistema y la política agrícola.
No podemos seguir intoxicándonos, en especial aquellas personas que usan este pesticida de manera directa, como trabajadores del campo y agricultores, ni contaminando el medio ambiente y matando a los insectos polinizadores, de los que dependemos para la producción de alimento. El futuro pasa por una reducción drástica del uso de pesticidas y el glifosato es el más usado del mundo.
**Nota de las editoras: el glifosato fue autorizado por primera vez en toda la Unión Europea en 2002. Esta aprobación se renovó por última vez en 2017 por cinco años, seguidos por una extensión de un año.
Rosa Porcel - glifosato
Rosa Porcel
Subdirectora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica
El glifosato es uno de los herbicidas más utilizados en España y en el mundo para la agricultura, silvicultura o como tratamiento de infraestructuras ferroviarias o carreteras, así como para el cuidado de viales, parques y jardines en zonas urbanas. El motivo es sencillo: es barato por estar libre de patente y, sobre todo, es el más efectivo y seguro por afectar a rutas bioquímicas específicas de plantas que no están presentes en animales.
A día de hoy, hay más de 800 estudios e informes de organismos oficiales y agencias de seguridad de todo el mundo, además de la EFSA y la OMS/FAO, que concluyen que es poco probable que el glifosato sea carcinogénico para los humanos. Recordemos que en 2015 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), perteneciente a la OMS, calificó el glifosato dentro del grupo 2A. Esto quiere decir que es “probablemente carcinógeno para el ser humano”, igual que profesiones como ser peluquero, tener turno de noche o consumir carne roja, y nada de esto se ha prohibido. La decisión inicial de la IARC estuvo rodeada de sombras desde el principio, ya que se descubrió que la agencia había omitido información clave en su informe, que no llegó a ver la luz, y que respaldaba la seguridad del producto. También se puso en duda la metodología utilizada por la IARC junto con posibles conflictos de interés del panel evaluador. Detrás de la campaña contra el glifosato está su relación con las plantas transgénicas RR, resistentes al glifosato, que ha sido uno de los que más éxito ha tenido y que sigue siendo el más utilizado en la actualidad. Estas plantas no se cultivan en Europa, pero sí que se importan. El uso del glifosato permite la siembra directa, con el consiguiente ahorro de insumos, combustible y menor impacto sobre el suelo por evitar el arado.
En definitiva, es una buena noticia para nuestros agricultores porque hasta la fecha no disponemos de otro producto que sea tan efectivo y seguro. Como cualquier otro compuesto químico, ha de ser manipulado y utilizado respetando las indicaciones y la normativa que lo regule. Disponemos de agencias y organismos independientes que velan por nuestra seguridad y la de otros seres vivos y el medio ambiente. Hay que recordar que muchos de los ayuntamientos que pusieron trabas a su uso han vuelto a utilizarlo por la falta de alternativas efectivas.
Pablo Gago - glifosato
Pablo Gago
Científico titular en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua en el CSIC (IDAEA-CSIC)
A pesar de la creciente evidencia científica que sugiere posibles riesgos para la salud humana y el medio ambiente asociados con el glifosato, la renovación de su autorización refleja una falta de voluntad para abordar seriamente estas preocupaciones.
La controversia en torno a la renovación del glifosato se basa en evidencia científica sólida que ha vinculado este herbicida con posibles riesgos para la salud y el medio ambiente. Diversos estudios sugieren conexiones entre el glifosato y una larga lista de enfermedades (incluyendo diversos tipos de cáncer, diabetes o efectos en el desarrollo de los fetos), así como impactos negativos en la biodiversidad y la calidad del suelo. La persistencia de esta controversia señala la necesidad de una evaluación más rigurosa y actualizada de los riesgos asociados con el uso continuado de este herbicida.
La renovación de la autorización del glifosato tiene el potencial de tener consecuencias significativas y negativas para la salud pública y el medio ambiente. Ignorar las preocupaciones respaldadas por la evidencia científica sobre los posibles riesgos asociados con el glifosato indica una falta de compromiso con la seguridad y la sostenibilidad. Esta decisión podría exponer a la población y al ecosistema a riesgos innecesarios y subraya la importancia de una toma de decisiones basada en la evidencia científica para garantizar la protección a largo plazo de la salud humana y la biodiversidad.
glifosato - Mónica Martínez ES
Mónica Martínez Haro
Investigadora en ecotoxicología
Es un asunto complejo y delicado. En mi grupo de investigación hemos detectado residuos de glifosato en muestras biológicas de fauna silvestre de medios agrícolas y que, por tanto, está expuesta a glifosato y a otros compuestos químicos. En general, los fitosanitarios son productos diseñados para generar efectos tóxicos -principalmente letales- a determinados organismos (denominados organismos diana), pero que pueden desencadenar también efectos tóxicos -subletales- en otros organismos para los que no han sido diseñados (organismos no diana). Efectos con repercusiones negativas que pueden alcanzar hasta niveles de organizacion biológica superior como el poblacional.
A través de nuestros estudios hemos detectado prevalencias de residuos del herbicida glifosato en contenido gástrico de animales cazados muy superiores a la de otros fitosanitarios de uso común. Esto, en gran medida, era de esperar debido al uso desmesurado que se hace de este herbicida, tanto en España como en cualquier otro país. Es por ello que creo que, detrás del glifosato, existe un problema de fondo más importante, y es el aumento continuado del consumo de fitosanitarios. En este sentido, creo que lo más coherente sería conseguir una regulación más sostenible del uso de productos fitosanitarios, así como la ejecución de medidas agroambientales efectivas que permitan limitar y reducir con el tiempo su consumo - justo lo contrario a la tendencia que se viene observando en las últimas décadas en todo el mundo.