La ausencia de actividad humana durante los confinamientos de la pandemia modificó los picos de una especie de ave
Las restricciones a la movilidad y a la actividad decretadas durante la pandemia de covid-19 repercutieron en el pico de una especie de ave, en concreto, en el junco de ojos oscuros que vivía en las zonas urbanas de Los Ángeles (EE. UU.). Así lo muestra un estudio publicado en la revista PNAS, que revela cómo los pájaros nacidos durante estos confinamientos presentaban unos picos similares a sus congéneres de las zonas silvestres. Con la vuelta de la actividad humana, el pico volvió a su forma prepandémica. Las autoras argumentan este cambio principalmente por una adaptación a la comida disponible, puesto que los pájaros ya no contaban con desechos alimentarios humanos.
2025 12 15 Inmaculada Álvarez-Manzaneda Salcedo picos pájaros
Inmaculada Álvarez-Manzaneda Salcedo
Profesora permanente laboral en el departamento de Ecología de la Universidad de Granada
Este estudio presenta una gran solidez experimental, al estar basado en datos recopilados a lo largo de siete años, antes, durante y después de lo que las autoras denominan la ‘antropausa’. La ‘antropausa’ la definen como ese período que tuvo lugar durante la pandemia por covid-19 y en el que nuestra actividad cotidiana quedó paralizada. Además, el trabajo se basa en un conjunto de datos amplio, con un total de mediciones morfológicas de 626 de adultos de juncos de ojos oscuros y 1.067 polluelos de edades conocidas.
Son muchos las investigaciones que señalan que la morfología de los picos de las aves está determinada por su dieta y este estudio parece demostrarlo dando un paso más: ¿qué ocurrirá cuando, estas aves urbanas dejen de disponer de los restos de comida que, de forma consciente o no, los seres humanos hemos puesto a su alcance y que han constituido un recurso habitual para ellas? Y lo más novedoso en este estudio es la rapidez con la cual observan estos cambios y, de manera igualmente sorprendente, en la reversibilidad de estos cuando la actividad humana se restablece.
Sin embargo, si bien los hallazgos encontrados son de gran interés y un primer paso fundamental, sería deseable analizar qué ocurriría en especies no tan generalistas, así como en distintas áreas geográficas. Asimismo, resultaría relevante analizar la dieta de los distintos individuos e incluso considerar otros rasgos morfológicos.
Son muchos los servicios de los que nos proveen las aves, además de su canto y sus bellos plumajes. Actúan como agentes dispersores de semillas, polinizadores, participan en el reciclado de nutrientes, fertilizan los suelos, controlan plagas… Pero, más allá de estos beneficios, este artículo nos empuja a admirar su capacidad de adaptación a un entorno moldeado por y para el ser humano, un entorno que a menudo les resulta hostil. Esta admiración debería invitarnos a replantearnos la responsabilidad que tenemos en la forma en la que compartimos y modelamos los espacios que habitamos junto a ellas
Graciela Gómez - aves confinamiento
Graciela Gómez Nicola
Profesora titular del departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Universidad Complutense de Madrid
Este estudio científico nos invita a reflexionar sobre cómo los seres humanos podemos influir en las especies que comparten con nosotros el entorno urbano. Las autoras aprovecharon la drástica reducción de la actividad humana en la ciudad de Los Ángeles durante las restricciones por la covid-19, la llamada ‘antropausa’, para analizar los cambios en la morfología de los picos del junco de ojos oscuros, una especie de ave paseriforme muy común en América del Norte. Usando un diseño de investigación sólido, compararon las dimensiones de los picos de estas aves en la ciudad y en zonas naturales cercanas en tres momentos clave: antes de la pausa, durante el confinamiento y después del regreso a la actividad normal.
Las investigadoras observaron que los juncos que nacieron y crecieron durante 2020 y 2021, es decir, durante el periodo de menor presencia humana en la ciudad, mostraron unas dimensiones del pico diferentes a las de sus parientes nacidos antes o después de la ‘antropausa’ y eran muy similares a las de sus congéneres silvestres. Este cambio estaba aparentemente relacionado con una disminución importante en su fuente principal de alimento, los desechos orgánicos disponibles en la ciudad. Esto obligó a las aves a cambiar su dieta, buscando más alimento natural y accediendo a zonas verdes de la ciudad que antes tenían mayor presencia humana. El pico es una herramienta fundamental para comer, por lo que un cambio en la dieta pudo favorecer una forma de pico más adecuada para ese nuevo tipo de alimento.
Este estudio es uno de los primeros en documentar un cambio morfológico en aves urbanas en respuesta a la ‘antropausa’. Es una prueba notable de la rápida capacidad de adaptación de estas aves a la alteración de su entorno y los recursos alimenticios. Las autoras son prudentes y no descartan la influencia de otros factores, como la plasticidad fenotípica, la variación genética o la migración de juncos no urbanos hacia la ciudad durante el confinamiento. Los hallazgos son muy sugerentes y suponen una interesante aportación a la ecología y evolución en medios urbanos, una disciplina emergente que nos recuerda en este caso cómo la generación de desechos y la ocupación de espacios urbanos influyen en la biodiversidad.
Carlos Camacho - aves pandemia
Carlos Camacho
Investigador Ramón y Cajal en la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)
Este estudio analiza en qué medida la actividad humana afecta a la morfología de las poblaciones de aves urbanas. Para ello, se apoya en el seguimiento continuado de una población urbana de junco pizarroso, una de las especies de paseriformes más comunes de Norteamérica. La disponibilidad de datos tomados de forma estandarizada antes, durante y después de la pandemia de covid-19 en un campus universitario de Los Ángeles permitió a las autoras aprovechar la ‘antropausa’ asociada a las restricciones como un experimento natural para separar el efecto de la presencia de personas del de la propia ciudad en ausencia de personas. Este diseño, poco frecuente en ecología urbana, se complementó con una comparación con poblaciones no urbanas del entorno.
Los resultados muestran cambios rápidos y reversibles en el tamaño y la forma del pico, un rasgo clave para la alimentación. Las aves nacidas durante la ‘antropausa’ presentaron picos similares a los de poblaciones no urbanas, mientras que, tras reanudarse la actividad normal del campus, los picos recuperaron en pocos años la morfología urbana en prepandemia. Estas observaciones se interpretan como prueba de la capacidad de respuesta de esta población a cambios en el entorno asociados a la presencia humana, posiblemente relacionados con la disponibilidad de restos de comida o con modificaciones en el acceso a distintos recursos alimenticios.
Las conclusiones encajan bien con la evidencia acumulada de que muchas especies responden rápidamente a cambios ambientales relacionados con la urbanización. Este trabajo añade un elemento novedoso, al mostrar que estos rasgos no solo pueden aparecer con rapidez, sino también revertirse en un periodo muy corto de tiempo cuando las condiciones cambian.
No obstante, el estudio deja abiertas algunas incógnitas importantes. No está claro cuál sería la ventaja adaptativa de presentar un pico proporcionalmente más pequeño en el entorno urbano, si es que existe alguna. Con el diseño actual, tampoco es posible discriminar entre los posibles mecanismos subyacentes, como la adaptación genética por selección natural, la plasticidad fenotípica o cambios en la composición de la población. Esta última posibilidad es particularmente sugerente dada la rapidez con la que cambió el pico promedio de la población de juncos urbanos. Un cambio poblacional así podría generarse, por ejemplo, por un episodio de inmigración desde zonas no urbanas (con individuos de picos relativamente mayores) debido al cese temporal de molestias en la ciudad durante la pandemia, o por emigración selectiva de los juncos urbanos con picos más pequeños, potencialmente incapaces de acceder a otros recursos tróficos cuando los restos de comida escasean.
Con todo, el trabajo ilustra de forma clara que los rasgos morfológicos de algunas poblaciones urbanas pueden responder con rapidez a alteraciones en la actividad humana. En conjunto, estos resultados refuerzan la idea de que las ciudades no son entornos evolutivamente estáticos y que nuestras actividades cotidianas pueden influir, incluso a corto plazo, en la biología de las especies con las que compartimos el espacio urbano. La rapidez de la respuesta observada en estos juncos pone de manifiesto tanto la presión que ejercemos sobre la biodiversidad urbana como la responsabilidad, y la oportunidad, que tenemos de crear ciudades más compatibles con otras especies. Para ello, es esencial contar con suficientes apoyos para mantener estudios sistemáticos a largo plazo que nos permitan documentar las respuestas de las poblaciones a cambios ambientales que, en ocasiones, suceden de forma rápida e impredecible.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional
- Animales
Eleanor S. Diamanta y Pamela J. Yeh.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional
- Animales