De madrugada, tras más de dos semanas de negociaciones y al borde del colapso, los participantes de la COP29 en Bakú (Azerbaiyán) alcanzaban un acuerdo para fijar la nueva meta de financiación climática. Finalmente serán, al menos, 300.000 millones de dólares anuales lo que aportarán los países ricos a los de menos recursos hasta 2035, dentro de un compromiso global más amplio de hasta 1,3 billones de dólares dirigidos a estos mismos países. La renovación de este objetivo aparecía contemplada en el Acuerdo de París y servirá para que los gobiernos apoyen a los países en desarrollo en sus acciones climáticas de adaptación, mitigación y daños por la crisis climática. El objetivo anterior –fijado en la Cumbre de Copenhague de 2009– era de 100.000 millones de dólares anuales.
Pep Canadell- COP29
Pep Canadell
Director ejecutivo del Global Carbon Project e investigador jefe del Centro de Ciencias del Clima CSIRO en Canberra (Australia)
Si bien 300.000 millones de dólares anuales son claramente insuficientes para ayudar a que los países en vías de desarrollo descarbonicen sus economías de manera rápida, el tipo de financiación es igualmente fundamental (los detalles aún están por determinarse). En particular, los recursos deben destinarse a eliminar el alto riesgo que proyectos de construcción tienen en países menos desarrollados y como una estrategia para fomentar una mayor inversión del sector privado. Y, claramente, no podemos darnos el lujo de esperar una década para que esta financiación esté totalmente disponible, como se ha prometido.
Me complace la decisión de avanzar con un mercado global de carbono. Sin embargo, un mercado internacional de carbono puede apoyar o dificultar una rápida descarbonización dependiendo enteramente de las reglas que regirán sus operaciones, reglas que deben garantizar la adicionalidad y la permanencia de los offsets de carbono. Si bien la flexibilidad adicional de un mercado internacional de carbono es valiosa, es crucial garantizar que no desvíe la atención del objetivo principal para cada país de reducir rápidamente sus propias emisiones de carbono.
Carlos de Miguel - COP29
Carlos de Miguel Perales
Abogado y profesor de Derecho Civil y del Medio Ambiente en la facultad de Derecho de ICADE (Universidad Pontificia Comillas)
La COP29 de Bakú ha finalizado con dos resultados tangibles: el compromiso de los países desarrollados de invertir al menos 300.000 millones de dólares al año en la lucha mundial contra el cambio climático y el acuerdo sobre las normas para un mercado mundial del carbono respaldado por la ONU.
Como viene siendo habitual en las COP, los resultados de esta han sido, también, menores de lo esperado. En especial, en lo que se refiere a la ayuda financiera a los países en vías de desarrollo, el resultado es menor del demandado (más de un billón de dólares).
No obstante, también como es habitual, más vale ver la parte positiva: se han alcanzado algunos acuerdos y el proceso de lucha contra el cambio climático sigue en camino, aunque progrese menos de lo que se quisiera. Mientras no haya un mecanismo de lucha mejor, es preciso que el que tenemos siga vivo.
Vanesa Castán - COP29
Vanesa Castán Broto
Catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield
La nota de prensa del acuerdo final de la COP29 refleja el pesimismo imperante. Dice que el acuerdo alcanzado "desafía expectativas", lo que es absolutamente correcto porque se ha alcanzado bajo la amenaza de colapso.
Al final, el acuerdo menciona el ansiado objetivo de proporcionar 1,3 billones de dólares al año (una cantidad que puede parecer enorme pero que es irrisoria en el contexto de los enormes costes personales, ecológicos y materiales de la falta de acción), pero explica que los países se comprometen a "canalizar" esa financiación. En otras palabras, el compromiso de financiación pública es solamente de 300.000 millones de dólares al año. ¿El resto? Financiación privada, incierta e indeterminada. El problema es que el sector privado no se ha destacado de momento por alcanzar estos niveles de financiación y no hay razones para pensar que esta tendencia pueda cambiar. Además, la financiación privada depende de financiación pública que reduzca los riesgos de inversión.
El modelo de financiación actual reduce las posibilidades de mejorar la resiliencia. Las acciones más efectivas para mejorar la resiliencia, como programas de energía comunitaria o alerta temprana liderados por colectivos sociales, dependen de la financiación pública.
De cualquier manera, tampoco hay garantías de que la financiación pública pueda llegar a su destino. Solo el 80 % del compromiso de la COP15 en 2009 (100.000 millones de dólares al año en 2020) se ha cumplido.
La presidencia de Bakú ha llamado a este acuerdo "el mejor acuerdo posible" y puede que lo sea. No solo responde a la "fragmentación geopolítica" sino también a un cambio en la opinión pública cuestionando la necesidad de facilitar una transición verde, que es visible no solo en la elección de Trump, sino también en el auge del escepticismo climático en movimientos políticos en todo el mundo. Nos corresponde a todos cambiar el ambiente político en el que se negocia la COP.
María José Sanz - COP29
María José Sanz
Directora del BC3 (Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático) y miembro de la mesa del IPCC
Ha sido una COP complicada por la situación geopolítica actual. El gran objetivo de financiación se ha quedado en mínimos: tan solo triplica el objetivo existente con 300.000 millones de dólares a 2035. Ha habido avances en el artículo 6, lo que permite ya una operacionalización de los mercados de carbono.
Ha habido algunos avances en pérdidas y daños, con avances en la puesta en marcha del fondo. El programa de trabajo de la meta global de adaptación ha avanzado dando directrices en el ámbito de los indicadores.
Como valoración general, una COP de mínimos y de transición hacia la COP30.
Francisco Doblas - COP29
Francisco J. Doblas-Reyes
Profesor ICREA, director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center
Es muy buena noticia que se haya llegado a un acuerdo para la financiación climática, triplicando la aportación anual con respecto a los objetivos que se habían marcado hasta el momento. Aunque los mecanismos para que la aportación se materialice aún requieren que los aspectos técnicos se concreten, las subvenciones, préstamos y proyectos privados deberían ayudar a los países del Sur Global a implementar la transición necesaria para reducir sus emisiones y adaptarse a los cambios del sistema climático. Sin embargo, es importante adoptar una perspectiva amplia. No hay que olvidar que la adaptación no es solo un reto para el Sur Global y que el Norte Global tiene aún mucho que hacer como hemos visto en los desastres recientes relacionados con el clima, y eso también requerirá una financiación ingente y un importante cambio social.
Otros aspectos importantes son el acuerdo los mercados de carbono internacionales (que se beneficiarán del acuerdo en el artículo 6.4 sobre estándares, un aspecto clave para que los mercados se desarrollen con la confianza necesaria), la continuidad del papel del clima en la salud humana en la agenda de las conversaciones, las declaraciones para la reducción de las emisiones de metano asociados a los residuos y sobre el papel central del agua en las medidas de adaptación y mitigación, y los avances sobre la implementación del fondo de pérdidas y daños.
Son señales positivas, pero es fundamental recordar que sin una reducción urgente y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la acción humana se sobrepasarán los umbrales de calentamiento global fijados en el Acuerdo de París. El umbral de 1,5 ºC se sobrepasará con alta probabilidad en la década de 2030 y el de 2 ºC será muy difícil de evitar antes de finales de siglo.
Bronwyn Hayward - COP29
Bronwyn Hayward
Catedrática de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda)
Las aspiraciones para la COP29 eran bajas desde el principio. Dado que esta reunión se celebraba en un estado petrolero con la presencia de unos 1.773 grupos de presión de combustibles fósiles, gran parte de la preocupación se centraba simplemente en proteger las concesiones previas que tanto había costado conseguir.
El mazo bajó a la velocidad del rayo para aprobar el Nuevo Objetivo Cuantificado en la Financiación Climática, sin que el presidente dejara tiempo para comentarios y apenas estableciera contacto visual con la sala. Las objeciones no se hicieron esperar: el negociador indio Chandri Nadan calificó de “ilusión óptica” el acuerdo de destinar 300.000 millones de dólares a apoyar a los países pobres que luchan contra el cambio climático; otros países, como Fiyi y la Alianza de los Pequeños Estados Insulares, expresaron fuertes objeciones por la insuficiencia de los fondos, mientras que la UE y el ministro irlandés de Clima argumentaron que un acuerdo débil era mejor que no llegar a ningún acuerdo.
El frágil acuerdo tampoco ha resuelto las serias preocupaciones de que los fondos son insuficientes y, si se entregan en forma de préstamos comerciales de alto interés, simplemente atraparán a los países vulnerables en una mayor deuda.
La COP29 se ha centrado en apoyar los planes de adaptación de los países en desarrollo, reconociendo las conclusiones del IPCC 2022, según las cuales casi la mitad del mundo vive en focos de vulnerabilidad climática, donde las personas tienen 15 veces más probabilidades de morir por los impactos del clima.
Sin embargo, el proceso de toma de decisiones de la ONU se basa en la unanimidad, y esto se ha puesto en tela de juicio hasta casi el punto de ruptura en esta COP, con los Estados petroleros en particular criticados por los países vulnerables por bloquear el progreso.
La tarea de restablecer la confianza y la eficacia de los procesos climáticos multilaterales es ahora hercúlea.
Conflicto de intereses: Bronwyn Hayward es coorganizadora con la Universidad de Canterbury y el Programa Mundial de Ciencia de la Adaptación de la ONU de Adaptation Futures 2025 en Nueva Zelanda en 2025.
Martino Malerba - COP29
Martino Malerba
Profesor titular de la Universidad RMIT (Australia) y experto en gases de efecto invernadero y ecosistemas de humedales
La COP29 se ha centrado en uno de los retos más acuciantes de nuestro tiempo: la financiación de la lucha contra el cambio climático. En concreto, cómo movilizar los fondos necesarios para la adaptación al cambio climático y la recuperación tras las catástrofes y, sobre todo, quién debe correr con los gastos. Aunque las diferencias de perspectiva entre las partes pueden resultar desalentadoras, es importante reconocer el valor del diálogo. En un mundo cada vez más polarizado, los debates constructivos a menudo fracasan y son sustituidos por el bloqueo y la confrontación.
La COP proporciona una plataforma para romper estas barreras, fomentando conversaciones que de otro modo no se producirían. Los avances pueden ser lentos, pero el acto de mantener el diálogo es en sí mismo un paso adelante. Es un recordatorio de que la colaboración sigue siendo posible, incluso ante los enormes retos mundiales.
Michele Barnes - COP29
Michele Barnes
Profesora asociada de la Escuela de Gestión de Proyectos de la Universidad de Sídney y experta en adaptación climática y transformación social
El cambio climático ya no es algo vago que pueda ocurrir en el futuro: ya está afectando a la vida cotidiana de personas de todo el planeta. Los fenómenos meteorológicos extremos, como incendios, inundaciones y olas de calor, están dejando huellas de destrucción y causando un inmenso sufrimiento humano no solo en Australia, sino en todo el mundo.
Lo que está en juego en estas conversaciones es enorme para todos nosotros, pero especialmente para los países de renta baja y media, que son los más afectados por la escalada de los desastres climáticos. Necesitamos compromisos firmes para una transición neta a cero que se basen en diálogos previos en lugar de socavarlos. Necesitamos un objetivo significativo y explícito de financiación climática para apoyar proyectos y programas que aporten soluciones climáticas allí donde más se necesitan. No se trata solo de compromisos financieros, sino de justicia climática. Estamos ante una oportunidad real y no es demasiado tarde para ver un resultado significativo.