Durante la comparecencia de Pfizer ante el Parlamento Europeo esta semana, una ejecutiva de la compañía respondió a la pregunta de si “se probó si la vacuna de Pfizer detenía la transmisión del virus (SARS-CoV-2) antes de salir al mercado” diciendo que no.
José Alcamí - transmisión
José Alcamí
Virólogo, director de la Unidad de Inmunopatología del SIDA (Instituto de Salud Carlos III) e investigador principal del estudio sobre pautas heterólogas CombivacS
En mi opinión en la respuesta la delegada de Pfizer confunde una palabra porque le preguntan por impedir la transmisión y ella responde: “Did we know about stopping immunization [sic] before it entered the market? No!”. Entiendo que lo que quería decir era: “Did we know about stopping transmission before it entered the market? No!”.
Los diseños de todos los estudios de fase III de las vacunas COVID no estaban hechos para medir este parámetro —protección frente a transmisión/infección— ya que los endpoints de los ensayos, los parámetros de eficacia que se valoraron, fueron el desarrollo de síntomas covid, leves, moderados o severos. Lo que los estudios demuestran, y así lo dicen en las publicaciones, es que las vacunas protegían de desarrollar síntomas, leves o graves, es decir, protegían frente al desarrollo de enfermedad sintomática o muerte.
Para saber si bloqueaban la transmisión hubiera habido que hacer una PCR semanal, o cada dos semanas, a todos los participantes en el ensayo para ver si los vacunados sufrían menos infección asintomática o no se infectaban, algo inviable por el número de pacientes incluidos en estos ensayos. De hecho, para muchas vacunas los endpoints de valoración son protección frente a enfermedad, no frente a transmisión del germen.
Trabajos posteriores de distintos grupos incluyendo los CDC y el grupo de estudio de vacunas de Reino Unido concluyeron, sobre todo en cohortes de sanitarios en los que se hacían PCR sistemáticas aunque no tuvieran síntomas, que las vacunas, incluida la de Pfizer, tenían un alto grado de protección frente a la infección, lo que indica que bloqueaban la transmisión.
Estos datos sobre la protección frente a la transmisión se refieren a la era preómicron, con las variantes D614G, alfa y delta. No son extrapolables a ómicron frente a la cual la protección disminuye, al escapar parcialmente a la respuesta inmune y donde se ha demostrado que la vacunación con dos dosis protege mucho menos frente a enfermedad y también frente a la transmisión.
Rial - transmisión
José Gómez Rial
Jefe de Servicio de Inmunología en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS), Servicio Gallego de Salud (SERGAS)
Con las vacunas se ha mezclado ciencia y política de una forma que ha hecho perder la confianza en una herramienta que se estima que ha salvado más de 20 millones de vidas durante esta pandemia. El objetivo de toda vacuna es evitar la muerte, la hospitalización y la enfermedad grave, nunca evitar el contagio. Es cierto que desde ciertas instancias de la compañía farmacéutica se atribuyeron a la vacuna capacidades que no se habían demostrado y para las cuales los ensayos clínicos no habían sido diseñados. En una palabra, se ‘vendió’ la vacuna muy por encima de sus posibilidades (y de las posibilidades de todas las vacunas existentes). Esto hizo un daño tremendo a la vacuna y a la ciencia en general.
África González - transmisión
África González-Fernández
Investigadora de CINBIO, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, académica de la RAFG y autora del libro divulgativo Inmuno Power: conoce y fortalece tus defensas (2021)
Hay que hacer una diferencia muy importante en relación con las vacunas:
- Evitar la transmisión: significa generar inmunidad protectiva que evite que la persona se infecte y por tanto tenga el patógeno. Esto ayudaría a tener una inmunidad colectiva en menor tiempo.
- Evitar la enfermedad grave-muertes-secuelas: generando inmunidad que protege al individuo vacunado.
Son dos cosas muy diferentes. La mayoría de las vacunas no evitan la transmisión del patógeno frente al cual se quiere actuar; lo que hacen es proteger de la infección grave. No son "esterilizantes".
En cualquier caso, los ensayos para ver si una vacuna evita la transmisión de un patógeno son muy complejos y, sobre todo, en la situación de la pandemia. La urgencia era actuar para inducir buena respuesta inmunitaria que permitiera parar la masacre de la pandemia en relación a fallecimientos, enfermos graves en UCI y hospitalizaciones. La realidad ha demostrado la eficacia de las vacunas, pero también que eran levemente eficaces para evitar la transmisión del virus.
Hemos tenido una suerte tremenda con unas vacunas que en menos de un año mostraron una eficacia de más del 90 % con un rango de seguridad estupendo. Creo que debemos congratularnos por ello.
Ignacio J. Molina - Pfizer transmisión
Ignacio J. Molina Pineda
Catedrático de Inmunología
El carácter no esterilizante de todas las vacunas, y no solo la de Pfizer, es conocido por la comunidad científica desde el primer momento y nunca se ha ocultado. El diseño de todas las vacunas y el mecanismo de infección del virus, que ocurre a través de la mucosa nasal, ya sugería desde el principio que cualquier administración parenteral no interrumpiría la transmisión del virus ya que no se dispararía una inmunidad potente en la mucosa respiratoria que bloquease al virus in situ.
Conseguir una vacuna que interrumpa la transmisión sería ideal, pero hasta ahora no se ha conseguido con ninguna de las que se han desarrollado por la complejidad que ello conlleva. Por contra, se han conseguido vacunas que potencian enormemente al sistema inmunitario y que son sumamente eficaces en prevenir una COVID grave. Este ha sido el objetivo de todos los ensayos clínicos y ninguno ha incorporado la interrupción de la transmisión, que era claramente un objetivo secundario. En la situación epidemiológica en que nos encontrábamos, lo urgente era prevenir el desarrollo de patologías graves y, muy especialmente, reducir las tasas de mortalidad. Este objetivo se ha conseguido plenamente.
Sonia Zúñiga - Pfizer transmisión
Sonia Zúñiga
Viróloga del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC)
No entiendo las vueltas que se le da a esto o la sorpresa, en caso de que alguien se sorprenda. Los protocolos de los ensayos clínicos de las vacunas, así como los resultados, se hicieron públicos en los informes de la FDA y la EMA al evaluar las vacunas. En prácticamente todos los casos, con excepción de AstraZeneca, ninguna empresa productora de vacuna estudió la eficacia en proteger de la infección. Los estudios se centraron en la eficacia en proteger de la enfermedad severa, hospitalización y muerte. Esto es, por otro lado, comprensible y, de hecho, lo que la OMS pedía es que hubiese una vacuna que evitase la enfermedad severa en, al menos, un 50 % de los casos. Estas vacunas estaban muy por encima de este umbral en eficacia en los ensayos clínicos.
Desde el principio, por los resultados en modelos animales y por la propia vía de administración, los científicos advertíamos de que estas vacunas eran muy buenas en evitar la enfermedad severa, pero no la infección. Esto no quita que estas vacunas estén siendo fundamentales para controlar la pandemia y para evitar las hospitalizaciones y muertes. Gracias a que las tenemos estamos en mejor situación frente al virus.